La Compasión


Todos sabemos que India es un país que cuenta con una de las poblaciones más numerosas del mundo, cuya organización social, por cuestiones religiosas está dividida en castas.

La casta se adquiere desde el nacimiento y depende de la familia a la cual se pertenece, quiere decir, que no existe la movilidad social, o sea la posibilidad de escalar posiciones sociales.

Muchos piensan que este motivo, de índole religioso, es lo que mantiene a India en un estado de subdesarrollo teniendo en cuenta las condiciones de pobreza en que viven los menos afortunados.

Los parias son los que no tienen casta, por lo tanto no tienen nada de nada. Muchos de ellos viven toda su vida en la calle y hasta mueren en ella, sin atención médica ni consideración alguna.

La madre Teresa de Calcuta comenzó su tarea en India ayudando a los que morían en la calle, y consiguió con su trabajo que el Vaticano reconociera una nueva orden de religiosas encabezada por esta valiente monja, dedicadas a tan dura tarea.

Existen en India en ciudades de dos millones de habitantes, centros de ayuda comunitarios, sostenidos por religiosos budistas, que alimentan a cien mil personas indigentes por día.

Cualquier persona, sin distinción de creencias, puede acceder a una alimentación vegetariana compuesta de arroz, pan y te.

Estos centros están atendidos solamente por voluntarios que trabajan sin interrupción y algunos de ellos ya hace más de diez años que concurren todos los días.

Los turnos son de 24 horas durante las cuales se sirven comidas en forma ininterrumpida.

Uno de los encargado de lavar las gigantescas ollas, que tiene 101 años, que trabaja como voluntario en uno de estos centros, debe introducirse en ellas para fregarlas con un cepillo para que queden relucientes y puedan así volver a ser utilizadas nuevamente.

La limpieza del lugar llama la atención teniendo en cuenta la cantidad de personas que circulan por día por ese lugar.

La pobreza en India no es un obstáculo para que la gente sea feliz y cualquiera puede comprobarlo viendo sus rostros sonrientes siempre, a pesar del calor y de las moscas que pululan por todos lados.

No solamente parecen disfrutar de la vida sino que también tienen una actitud pacífica y humilde; respetan a sus mayores y sus tradiciones y la pobreza no les impide tener buenos modales.