Parábola sobre el Poder Político


Los libros sagrados nos enseñan por medio de parábolas a desconfiar de nuestras ambiciones, que como humanos, todos tenemos que aprender a controlar.

En el libro Jueces IX, del Antiguo Testamento hay una parábola que muestra el mayor alegato contra el poder político, no como medio sino como fin en sí mismo.

En el mundo de los árboles llegó el día en que hubo que coronar al rey de los árboles.

Estando presentes todas las especies de árboles que existen, los encargados de la elección se dirigieron a una higuera y le pidieron que reinara sobre todos ellos.

Ante este requerimiento, la higuera les respondió que su función era producir sus dulces frutos, razón más que suficiente para impedirle reinar entre los árboles.

Fueron entonces a hablar con la vid y ésta les dijo que estaba ocupada produciendo los frutos para elaborar el buen vino y lograr así alegrar los corazones de los hombres, por lo tanto, le era imposible convertirse en reina.

Y así ocurrió con todos las demás especies, dedicadas todas ellas a sus respectivas funciones.

Antes de darse por vencidos, se dirigieron a un espinillo, que solo puede producir dolor con sus espinas y fuego con su madera y no produce ni fruto ni sombra.

Éste aceptó complacido la candidatura y fue finalmente coronado rey de los árboles.

Esta historia nos enseña que el que sabe lo que tiene que hacer en este mundo, cual es la habilidad que puede desarrollar, no se dedica a la política y menos a ser rey. El poder en si mismo es para los que no pueden hacer otra cosa, es el poder para nada o para producir sufrimiento.