¿De Dónde viene la Inspiración?



El poder creativo sobreviene en un instante, y da lugar a una nueva configuración o estructura mental en un nivel más alto de comprensión.

Eso es lo que creemos hasta ahora los humanos desde nuestro propio nivel de entendimiento.

Pero la inspiración, según opinan los grandes creadores de la humanidad, no es reflexión ni pensamiento, ni es producto de conexiones neuronales, sino que es la capacidad de percibir una realidad superior.

La inspiración surge de canales de percepción que son diferentes en cada persona, según la cualidad de su sensibilidad.

El que tiene buen oído para la música y desea componer una pieza musical, se concentra y extrae la melodía que ya está en su mente.
El escritor capta un argumento como si fuera un cuadro y un escultor revela la obra oculta en el mármol.
Miguel Ángel decía que cada trozo de mármol le sugería la figura que estaba dentro y él sólo se limitaba a extraerla.

El creador genuino parece estar alineado a una realidad superior que se manifiesta a través de él, convirtiéndose en un instrumento de lo divino.

Jung, (1865-1971) propone el inconsciente colectivo, como el reservorio de todo el caudal de conocimientos de la humanidad, una instancia de la mente sin espacio ni tiempo; y otros, denominan campo cuántico a la fuente de toda información.

Una persona que está en un proceso de creación está en estado de meditación, concentrado en su trabajo, y sólo cuando su obra le satisface, siente que ha logrado materializar lo que se encontraba en germen, latente.

Stravinsky, (1882-1971) famoso compositor ruso, decía: “yo escuché y escribí lo que escuché, fui el vehículo por donde se hizo realidad “La Consagración de la Primavera”, una de sus obras más famosas.

Mozart, (1756-1791), constituye un caso insólito de precocidad. A los cinco años dominaba el piano, el violín y la composición. Su obra ha sido definida como un milagro de la síntesis, porque revela en parte una asimilación espontánea de todo el material musical anterior a él, sin haberla experimentado antes, combinada con un estilo inconfundible.

Sin embargo, su gracia creadora no condice con la oscuridad de su vida personal que mostraba un carácter inestable y errático, como casi todos los genios que lograron el contacto con la musa creadora. Parecería que les costara aceptar la chatura pacata de las convenciones sociales.

Beethoven, (1770-1827) era sordo, al extremo de no poder escuchar nada de lo que ejecutaba en el piano. Sólo lo escuchaba con la imaginación y decía que sus creaciones eran el reflejo de la música que sentía con los oídos del alma.

Las personas creativas necesitan libertad de acción y no estar condicionados por exigencias externas.
La fuente de la inspiración es atemporal, y sólo la pueden percibir aquellos que tienen desarrollada su sensibilidad y se entregan, sin juzgar y sin ningún cuestionamiento o prejuicio.