Promesas de Año Nuevo



El fin de año es una oportunidad para hacer balance y hacer proyectos para el Año Nuevo.

Todos aspiramos a estar mejor, conservar la buena salud y mantener el trabajo; pero también cada uno puede reservarse el derecho de prometerse a si mismo un nuevo desafío con la promesa de cambiar.

El cambio, cualquiera que sea, es crecimiento y evolución y nos hace sentir mejor al confirmar que somos capaces de cumplir con nuestros propósitos.

El Ministro de la Iglesia Cristiana de la Unidad, de Kansas City, escribió recientemente un libro titulado “Un mundo sin quejas” con la intención de erradicar el flagelo de la queja, empezando él mismo, y logró cambiar su vida.

Se le ocurrió un modo de controlar sus quejas, ya que la mayoría de las veces todos nos quejamos en forma inconsciente hasta de los fenómenos naturales más comunes.

¡Que frío inaguantable! ¡Qué calor insoportable! ¡Qué viento horrible! ¡Llueve escandalosamente! Etc.

Somos quejosos por naturaleza y nos quejamos sin darnos cuenta, de manera que inventó una pulsera plástica, que viene de obsequio con su libro, “Un mundo sin quejas”, para usar en un brazo, pero que deberemos cambiarlo de lugar al otro brazo cada vez que estemos quejándonos.

Esta original propuesta, demostró ser una buena forma de tomar conciencia de una conducta automática que todos espontáneamente hacemos por el sólo gusto de hablar.

Más de seis millones de personas de ochenta países han solicitado la pulsera y a partir de entonces este ministro de la Iglesia logró amplia notoriedad.

La técnica para terminar con las quejas para siempre consiste en estar 21 días sin emitir una sola.

Aunque parezca mentira el promedio solo lo logra después de muchos meses, luego de haber gastado más de una pulsera de tanto cambiarla de lugar, porque este es un hábito muy difícil de erradicar, tanto, que hasta se puede comparar con una adicción.

Esta pulsera nos hace tomar conciencia de cuántas cosas inútiles decimos, sin ninguna necesidad, que son negativas y que no nos proporcionan ningún beneficio, y que al contrario malogran la vida y nos puede tornar amargados y depresivos.

El pastor Will Bowen se basa en su hipótesis de que las cosas buenas sólo pueden llegan a nosotros en abundancia si logramos dejar de quejarnos.

Supuestamente las personas se quejan como una forma de obtener ayuda, descargarse, o consolarse, pero ninguna de estas cosas suceden, porque la gente huye de los quejosos como si tuvieran una enfermedad contagiosa; y lo único que logran es quedarse solos.

La queja no es lo mismo que señalar los errores que pueden ser subsanados. Por ejemplo, decir el café está frío al mesero no es una queja, es un señalamiento que puede subsanar ese defecto, porque quejarse sería decirle al pobre hombre - es una vergüenza que me haya traído este café tan frío.

Lo cierto que para el año que viene me propongo formalmente a mi misma no formular ninguna queja, entusiasmada con esta original propuesta.