El Arte de Ser Feliz



La persona más feliz que conozco es mi nieto de dos años. Siempre se está riendo, come todo lo que le dan, no hay nada que no lo sorprenda, se divierte con nada, está siempre en movimiento, le encanta dar y recibir besos y abrir los brazos para expresar cuánto nos quiere a todos y juega todo el tiempo tratando de imitar a sus hermanos más grandes.

Me pregunto por qué perdemos el arte de ser felices cuando nos hacemos adultos y aprendemos a fruncir el seño para adquirir muy pronto los rasgos de verdaderos amargados.

Porque la verdad es que nacemos con la capacidad de ser felices, de sonreír, de reírnos a carcajadas y esa risa necesita ser ejercitada porque además de hacernos sentir felices tiene el poder de mantenernos saludables.

La amargura se aprende principalmente cuando no podemos aceptar la realidad tal cual es, pensando que todo pasa porque nos equivocamos, porque somos buenos para nada, que mejor es lo que tienen los demás, cuando nos comparamos con los otros que son diferentes y cuando creemos que el mundo es cruel.

Se tiende a pensar que la felicidad viene de afuera, debido a cosas que nos pasan, sin embargo la felicidad es nuestra naturaleza esencial y viene de adentro.

Deepak Chopra nos dice que para recuperar ese don tan preciado de la felicidad permanente, ese estado de gozo sin condiciones; en vez de ir detrás de los motivos que creemos nos harán más felices, debemos intentar concentrarnos en nuestro ser interior, o sea, volvernos sobre nosotros mismos hacia el encuentro del yo esencial.

El método para lograrlo es la meditación o la oración; y el ejercicio de esta práctica en forma sistemática llevará nuestra mente al origen de la felicidad y podremos traerla a esta realidad con nosotros.

Este enfoque es sencillo y no requiere de complejidades, ya que sólo se necesita meditar o rezar para poder llegar a disfrutar.

Las personas habituadas a meditar o rezar, están siempre sonrientes; se ríen de todo y ese sentimiento de gozo no lo pueden explicar. No pueden aguantar la risa, se tientan por cualquier cosa como si estuvieran conectadas a una fuente inagotable de alegría.

La gente demasiado presionada, cuando recibe un impacto desfavorable puede tener un ataque de risa y a los demás les puede parecer que se volvió loco.

Sin embargo esa reacción no es locura, es la alegría que se oculta detrás de la máscara, que está esperando el momento oportuno para salir.

Ese momento de éxtasis puede durarle un tiempo; y durante ese lapso todo le parecerá maravilloso, hasta un cubo lleno de basura, como cuando tenía dos años.

Este poder se puede olvidar pero nunca perder. Se encuentra en el nivel más profundo de uno mismo y sólo requiere prestarle atención, porque la atención hace posible la intención, que como por arte de magia hace que las cosas que deseamos ocurran.

Pero la mayoría estamos atrapados en el hábito de la lucha y en el deleite de conseguir las cosas con el propio esfuerzo.

El ser interior es libre de cualquier cambio que se produzca y es perfectamente feliz y sano por naturaleza, está mucho más allá de todo sufrimiento y sólo quiere Ser.