El Miedo




Mientras no entendamos nuestros miedos siempre nos relacionaremos con las personas según nuestras necesidades de defendernos o tratando que nos protejan, y nunca podremos tendremos la oportunidad de entender al otro como es en si mismo.

El miedo es una emoción básica que nos permite defendernos de los peligros reales del medio.

Nacemos con miedo, los bebés se asustan ante lo inusual y lloran, los niños tienen miedo a la oscuridad y a todo aquello que represente una amenaza para ellos.

Una vez que ese niño se hace adulto, porque no todos se despojan del miedo irracional por haber llegado a la mayoría de edad, adoptará una forma particular más o menos importante para enfrentarse a él.

El miedo básico es el miedo a lo desconocido y el misterio de la muerte es el más grande de los desconocidos.

Lo único que nos libera del miedo es enfrentarnos a él porque es un muro que nos impide ver el horizonte, las oportunidades que tenemos y disfrutar de la vida.

El miedo patológico se instala cuando una persona pretende controlar la realidad con la ilusión que puede.

La vida es incertidumbre y aunque la prevención es posible y nuestra conducta nos proteja de algunas cosas que parecen ser controlables, pueden ocurrir hechos inesperados que no teníamos en cuenta que dan por tierra con todos nuestros mecanismos de defensa y derrumbarnos sin remedio.

No podemos controlar la realidad porque somos seres imperfectos que sólo ven un solo aspecto de ella, nos formamos una opinión basada en sólo ese aspecto y dejamos de lado todos los demás que obviamente también actúan.

La preocupación es miedo, miedo al futuro. Preocuparse significa ocuparse antes de que sucedan hechos que tal vez nunca ocurran; y estar a la defensiva frente a los demás porque no estamos dispuestos a confiar en nadie.

Solo cuando nos atrevemos a desarrollar la confianza y la compasión podemos entregarnos a los demás sin condiciones y perderles el miedo.

¿A cuántas cosas renunciamos por miedo?, miedo de dejar un trabajo seguro pero que nos hace sentir frustrados; miedo de enfrentarnos a una pareja para resolver los conflictos y no seguir sufriendo; miedo a intentar cosas nuevas por miedo a lo desconocido; miedo a las enfermedades que raramente sufriremos; miedo al fin del mundo; a las inclemencias del tiempo, a los rayos, o al tráfico, que hace que nos quedemos encerrados.

Sin embargo, como la seguridad no existe y no estamos seguros en ningún lugar, toda esta artillería de prevención resulta inútil y lo mejor siempre será rendirse, entregarse, soltar todo y lanzarse a vivir la vida sin miedo, pero teniendo cuidado..