Enfermedad Mental y genialidad artística




Ann Adams, científica canadiense, padecía una extraña enfermedad mental que la convirtió en una artista.

Ann había estudiado matemáticas, química y biología, pero en 1986 abandonó su carrera como científica y docente para comenzar a pintar.

En 1994 se sintió atraída por la música de Maurice Ravel y se dedicó a pintar su obra “Desentrañando el Bolero” que expresa en forma visual la música de este conocido autor que también padecía la misma enfermedad.

El Dr. Bruce Millar, neurólogo del Centro de la Memoria y el Envejecimiento de la Universidad de California, en San Francisco, pudo explicar en la revista Brain, el resultado de la investigación sobre la enfermedad que aquejaba a estas dos personas, dolencia que puede transformar a quien la padece en un virtuoso del arte.

El compositor Maurice Ravel creó el Bolero en el año 1928, a los 53 años, cuando ya sufría de esta enfermedad que le hacía cometer errores en la escritura y en la música.

En El Bolero, Ravel reitera ocho veces dos temas melódicos que van creciendo en volumen y cantidad de instrumentos. Es un ejercicio perseverante con una estructura.

Ann Adams proyectó en su pintura el sonido del Bolero utilizando una figura geométrica por cada compás. El volumen es la altura, la nota es la forma y el tono es el color.

La imagen que ilustra este artículo es una pintura de Ann Adams reflejando una migraña, basada en la estructura y la repetición.

Tando Ravel como Adams sufrían de demencia frontotemporal cuando realizaron sus obras.

Esta enfermedad cambió las conexiones anteriores y posteriores de los circuitos de su cerebro, brindándoles la posibilidad de obtener una asombrosa creatividad.

La investigación del Dr. Miller sirvió para saber que cuando algunos circuitos se dañan o destruyen, se pueden activar otras áreas; de manera que si un sector del cerebro no funciona bien, otro sector puede cambiar y ser más potente.

Las habilidades artísticas se desarrollan cuando la parte frontal del cerebro disminuye su actividad y las posteriores se activan.

A partir de 1997, Ann Adams permitió que se le realizaran estudios cerebrales para que sus médicos pudieran evaluar los cambios.

En 2000 la enfermedad de Ann progresó y ya no podía encontrar las palabras para expresar sus ideas ni tampoco podía sumar números de una sola cifra, habiendo sido una matemática destacada.

En ese momento ya se había producido la nueva organización de su cerebro, o sea que a medida que el sector frontal del lenguaje se iba atrofiando, la parte posterior encargada del procesamiento espacial y visual se volvía más fuerte haciendo que Ann se volviera más creativa.

Si llegara a producir lo inverso, cuando un artista pierde la función de la parte posterior de su cerebro, también puede perder su creatividad.

Estos casos y también otros que han ocurrido dan a entender que la capacidad artística está más desarrollada cuando el sector posterior del cerebro domina.

En los cerebros sanos, el dominio de esa área suele estar inhibido por el control de la corteza frontal, y sólo puede emerger la creatividad cuando se produce la liberación de esa inhibición.

El Dr. Bruce Millar, ha tenido oportunidad de ver pacientes que lograban convertirse en muy buenos pintores o desarrollar otros talentos artísticos a medida que la enfermedad que padecían progresaba.

Algunas personas que han sufrido accidentes, a causa de los cuales han perdido funciones cerebrales, también han logrado desarrollar notables talentos artísticos, aún tratándose de sujetos sin ninguna instrucción, que apenas sabían leer y escribir.