Los Hombres y sus Hijos



Antiguamente los padres eran figuras que se mantenían más distantes de sus hijos, ya que la expectativa de rol de un padre en esos tiempos era la de sostenedor y la de autoridad.

Si no estaban presentes en el hogar por mucho tiempo era probable que no sintieran ninguna culpa y que por el contrario se sintieran que estaban haciendo lo mejor para su familia.

Pero hoy en día las cosas han cambiado para mejor, los padres se sienten más obligados a estar cerca de sus hijos y tratan de administrar sus compromisos de manera que no les exijan fallarles a ellos o estar ausente mucho tiempo.

El hombre, a lo largo de la historia, ha sido callejero y amante de la libertad. Su pasado de guerrero y aventurero lo ha condicionado para inhibir sus sentimientos y poder hacer frente a su rol de soldado, con coraje y sangre fría.

De la misma manera trataba a su familia, desde una postura distante y seria que no reflejara ningún tipo de debilidad ni blandura.

Ahora pueden sentir culpa por dejar a sus hijos muchas horas y no estar presentes en su vida todo lo que desearían.

Las emociones se desarrollan dentro del hogar, con la familia, no se pueden adquirir en el mundo social o laboral y este cambio ha sido posible al ir el hombre ampliando su campo de acción en la casa y en el cuidado de los hijos.

El problema es que la jornada laboral cada día se hace más larga y la necesidad de mayores ingresos se incrementa para mantener el estándar de vida, y esto provoca llegadas más tarde al hogar cuando los chicos ya están dormidos.

La clave es encontrar el equilibrio, ni exigirse tanto para volver más temprano para estar con ellos, ni exagerar con la duración de la jornada laboral.

Los peores problemas de las separaciones matrimoniales son los de la tenencia de los hijos.

Los hombres desean tener el mismo vínculo que sus hijos tienen con la madre y no sentir que sus hijos piensen que la relación que tienen con él es diferente.

Se preocupan y no escatiman en gastos para darles los gustos cuando están con él tratando de equilibrar la balanza si es que viven con sus madres.

En realidad un buen vínculo afectivo comienza desde el nacimiento de los hijos. Son las pequeñas atenciones las que se van incorporando en cada uno para crear una verdadera relación afectiva; el trato cotidiano, el contacto físico, el compartir las experiencias y los progresos de su crecimiento.

El rol de autoridad necesario para los niños no significa que tenga que mantener la distancia ni mostrarse frío para que lo respeten, autoridad no es mandar ni castigar, es poner límites y reglas para todos, cumplirlas y hacerlas cumplir, sin gritos ni malos tratos, sino manteniendo el buen humor y el respeto por el niño.

Hacerse un espacio para los hijos es lo mismo que hacerse el propio espacio. Uno no puede vivir alienado en un trabajo y dejar de lado toda su vida personal, porque se arriesgan a perderse la infancia de los hijos, llegar a conocerlos bien, porque luego cuando crecen y desean independizarse, es más difícil intentar el contacto.