Casarse o Vivir en Pareja



Hoy en día muchas parejas prefieren convivir primero antes de decidirse a formalizar su relación; pero aunque es evidente que los jóvenes temen comprometerse al casarse, la vida de a dos continúa siendo la opción más elegida para vivir.

A pesar que lo más común es haber pasado por varias experiencias de vida en común, la mayoría desea finalmente encontrar a la persona que los acompañará para toda la vida.

Antiguamente la mujer tenía que resignar su vocación o su deseo de cultivarse y crecer para dedicarse a su familia, ya que el hogar le exigía un trabajo de tiempo completo.

Actualmente, tanto el hombre como la mujer estudian carreras universitarias y ambos se preparan para realizarse profesionalmente, compartiendo las tareas hogareñas y la responsabilidad de los hijos.

Es una forma de vida que le permite a cada uno tener su propio ingreso y no tener que depender del otro para tomar decisiones.

El desarrollo personal ya no representa la posibilidad de uno sólo sino que ambos seguirán creciendo y teniendo proyectos tanto propios como comunes y podrán compartir experiencias al mismo nivel, avanzando cada uno también en su área de trabajo.

Además de una relación afectiva, el matrimonio es un contrato social, que constituye el marco de referencia para los hijos, y que fortalece el compromiso de los padres, que legalmente tienen tanto derechos como obligaciones.

Hoy en día a los jóvenes les cuesta mucho más que antes comenzar a sentirse verdaderamente adultos. Se aferran a la juventud y continúan viviendo como cuando eran adolescentes, sin responsabilidades, ni obligaciones hasta mucho después de los treinta años.

Si son solteros o divorciados, se comportan como adolescentes, compartiendo grupos deportivos, andando en patines, preocupándose por su esquema corporal, haciendo gimnasia, dietas y tratamientos de todo tipo para verse más jóvenes o para recuperar el cabello, sometiéndose a cirugías estéticas y tomando vitaminas.

Todos estos esfuerzos para mantenerse en forma, más el tiempo que necesitan para trabajar, no les permite disponer de tiempo suficiente para dedicarle a una relación y menos si tienen hijos.

Estar en pareja puede permitirles mayor libertad y retardar la llegada de los hijos a veces muchos años.

Casarse implica asumir que ya son adultos y muchos no están en condiciones de hacerlo.

Luego están los que son pareja pero cada uno vive en su casa; para evitar que la convivencia destruya el amor, lo desgaste, y terminen siendo dos enemigos que finalmente en lugar de amarse se odien.

Alguien dijo una vez que los matrimonios para llevarse bien, deberían dormir en camas separadas, o mejor dicho en habitaciones separadas, o mejor aún vivir en casas distintas y mejor que cualquier otra cosa vivir en países diferentes.

Porque la convivencia es difícil aunque se amen de verdad; porque requiere principalmente respeto de uno por el otro, confianza mutua, paciencia, tolerancia y responsabilidad, y no todos están dispuestos a ser lo suficientemente adultos como para mantener este compromiso.

El que prefiere vivir en pareja cree que elude el compromiso, pero no es así, porque toda decisión nos compromete, y aunque no estén casados es lo mismo, porque tendrán que atender los asuntos prácticos como los demás y resolver las cuestiones de la misma manera, conocer a los familiares, tener amigos en común y desarrollar una historia que podrá truncarse tal vez más fácilmente pero que dolerá igual y dejará el mismo sabor de fracaso que deja la ruptura de un matrimonio.

Algunos pretenden casarse cuando estén realmente seguros y se conozcan bien. La seguridad no existe, existe sólo la incertidumbre y a una persona no se termina de conocerla nunca, como tampoco lleguemos a conocernos totalmente alguna vez a nosotros mismos.