El Inspector en Jefe Morse




Hace veinte años, fueron filmadas en Inglaterra, en la localidad de Oxford, una serie de películas para televisión que se convirtió en un clásico, cuyo principal protagonista, John Thaw, ya fallecido, interpreta el papel de Inspector en Jefe de la estación de policía de Thames Valley, acompañado por su ayudante, el sargento Lewis, que protagoniza el actor Kevin Whately.

Como Don Quijote y Sancho Panza, se trata de dos personalidades con dos cosmovisiones diferentes. Mientras Morse es el característico investigador sagaz, racional, analítico y serio, capaz de romper las reglas para llegar a la verdad, Lewis, su compañero de ruta, es práctico, con los pies en la tierra, sentido común y leal como un perro San Bernardo.

Fue como un matrimonio, dijo una vez Lewis en uno de los episodios, cuando le preguntaron cómo había sido su relación con Morse, cuando ya estaba ocupando su puesto, después del fallecimiento de su antiguo jefe. - Una relación de amor y odio-, dijo, - donde prevalece más el amor que el odio-.

La calidad de la serie permite que todavía se sigan proyectando aún hoy en la pantalla, en el canal Film & Art, y que un gran caudal de admiradoras todavía las siga viendo con devoción, la mayoría señoras de esa época un poco enamoradas de ese extraño hombre, hermético, soñador, admirador de la música de Wagner, que se refugia en la nostalgia de lo clásico y no permite que invadan su mundo con el torbellino ruidoso de los sonidos modernos.

Tímido con las mujeres, seductor sin proponérselo, más por lo que calla que por lo que dice, desinteresado tanto en el dinero como en ocupar cargos de jerarquías, obstinado, intransigente, poco diplomático, depresivo y bebedor.

Su personaje tuvo una infancia infeliz, su padre abandonó a su madre y ella se vuelve a casar pero fallece al poco tiempo, circunstancia que obliga a Morse a vivir el resto de su infancia y adolescencia con su padrastro, casado con su tía, que no lo quiere.

Su vida se centra en su trabajo y el resto del tiempo lo llena con la bebida y algún que otro romance sincero pero que nunca termina bien porque hasta su muerte sigue siendo soltero.

Creo que el éxito de esta serie se debe en gran parte a otra principal protagonista que es la localidad de Oxford y su fantástica universidad, un lugar de ensueño, que parece detenida en el tiempo.

El vocabulario que se escucha es refinado, propio de intelectuales, porque también Morse fue a la Universidad de Oxford, de la que conserva el gusto de la buena música y la buena lectura y el don de gente, pero que debido a su forma de ser bohemia e idealista termina siendo solamente policía de ese condado que en su tiempo libre hace palabras cruzadas.

Me dicen que esta serie consta de veinte películas en total que duran dos horas. Ya las he visto tantas veces que podría recitar algunos diálogos de memoria. Sin embargo las sigo viendo con placer, porque no hay nada igual en la televisión de hoy, donde lo grotesco y chabacano reina.

Morse muere en la serie víctima de sus excesos con la bebida pero también muere en la vida real, después de haber filmado la serie. Le siguen las películas de Lewis, que ahora ha ascendido a Inspector en Jefe y que se ha quedado viudo tempranamente.

Lewis, en su madurez se ha identificado tanto con Morse que hasta escucha música clásica. Lo acompaña en su trabajo el joven Hataway, un tímido y hermético joven con una identidad sexual ambigua, que tiene un pasado como seminarista y también como estudiante en Oxford.

Pocas veces una serie de televisión me conmovió tanto como ésta; será que los protagonistas no son modelos de personas perfectas, sino gente común, sin edad, con los problemas que nos afectan a todos y también con todos nuestros defectos.