Pequeños Emprendimientos exitosos




Hay mucha gente que tiene habilidades para hacer cosas ricas en sus casas y se destacan entre sus amistades y familiares por ello.
Saber cocinar es un arte, tarea que la mayoría tiene que hacer todos los días. Algunos saben hacer excelentes postres, mientras otros son mejores haciendo cosas saladas.
Es probable que gran parte de ellos tenga que cocinar siempre sólo para si misma o para su familia; pero a veces, las circunstancias pueden llevar a no pocos a trabajar para aumentar sus ingresos, y es en esas ocasiones en que se ven obligados a agudizar su ingenio y prestar atención a sus habilidades específicas e intentar desarrollarlas para ganar dinero.
Todos tenemos aptitudes particulares que nos permiten hacer ciertas cosas mejor que otros y que a la vez cuando las hacemos, tanto nos satisfacen que nos hacen perder la noción del tiempo.
Esas son precisamente las actividades que debería atreverse a desarrollar la gente para emprender un negocio.
Laura y Elsa son amigas desde hace años. Laura siempre fue muy hábil con las manos, pero además muy inteligente, de modo que fue a la facultad de Ciencias Económicas y se recibió de Licenciada en Economía.
Elsa no fue a la facultad pero también es una mujer inteligente y muy emprendedora, con mucho sentido práctico.
Las dos amigas se casaron y tuvieron cada una dos hijos.
Durante una de las usuales crisis económicas, el esposo de Laura perdió su trabajo, disminuyendo sustancialmente sus ingresos; mientras tanto, el marido de Elsa continuaba trabajando normalmente en una empresa multinacional donde realizaba tareas jerárquicas que le proporcionaban un excelente sueldo.
Laura se destacaba en la cocina haciendo cosas dulces y no trabajaba afuera. Poseedora de un particular sentido estético podía lograr organizar un cumpleaños haciendo todo ella con gran éxito.
Dado las adversas circunstancias por las que estaba atravesando, sus amigas y parientes cercanos la incentivaron para que se dedicara a hacer tortas para vender y así lo hizo.
Comenzó cocinando en la pequeña cocina de su departamento de tres ambientes, inundando de rico olor a dulces todo el edificio.
No fue todo soplar y hacer botellas, porque fue un camino largo y lleno de escollos, pero el negocio fue creciendo hasta que tuvo que pensar que para continuar expandiéndose debería buscar un socio.
Su amiga Elsa no hacía nada, más que atender su casa con la ayuda de una empleada doméstica. Sus hijos ya iban al colegio y ella estaba aburrida.
Casi no sabía cocinar, pero cuando Laura la convocó no tardó en aprender y llegar casi a igualar a su amiga en el arte de la pastelería.
Alquilaron un local y tomaron a un pastelero y un ayudante, mientras tanto ellas se dedicaban a las relaciones públicas y a las ventas.
Con el tiempo, se mudaron a un local más grande y aumentaron la producción y la cantidad de personal.
Además de hacer pastelería, las posibilidades que les brindaban las relaciones de Elsa, hicieron que diversificaran la producción y agregaran otros rubros para responder a la demanda de catering para empresas.
En la actualidad, poco más de diez años después de iniciarse en el negocio, ya tienen 17 empleados y dos vehículos especiales para realizar los envíos; y además acaban de vender su primera franquicia.
Tuvieron muchos contratiempos y desilusiones y vivieron éxitos y fracasos, pero finalmente lograron lo que se habían propuesto.
No fue fácil, porque en un país inestable es difícil proyectarse a largo plazo; y la mayoría de los que tienen una pequeña empresa hecha con su trabajo, deben remar contra la corriente y arriesgarse a los vaivenes de la economía y a las oscilaciones del mercado.
Sin embargo, ellas se atrevieron, con mucha esperanza lo intentaron y ganaron.