Vidas y Vueltas - Capítulo VIII - Londres

Martha y su familia llegaron al aeropuerto de Londres muy temprano y se hospedaron en el Hotel Mount Royal, sobre la calle Oxford frente al Hide Park.

Aunque estaba muy cansada, Martha se moría por dar una vuelta por la ciudad. Decidieron entonces tomar un buen baño y salir a desayunar.

La ciudad era como se la imaginaba, calles enteras con casas todas iguales, frentes de ladrillo, ventanas blancas con vidrios repartidos y columnas a ambos lados de las puertas.

Llegaron al Palacio de Buckngham y se detuvieron a ver el cambio de guardia, pero había comenzado a llover y hacía mucho frío y les fue imposible ver la ceremonia porque había muchos turistas pegados a las rejas.

Vivir en Londres es caro y gran parte de la gente vive en las afueras. La mayoría de los edificios de la ciudad son propiedad de la corona, pero se pueden adquirir por muchos años y luego pasan a ser nuevamente parte de su patrimonio.

Las plazas son privadas, están enrejadas y permanecen cerradas porque son para uso exclusivo de sus dueños, gente que vive en los alrededores que paga altos impuestos para acceder a este privilegio.

A la hora de mayor tránsito, por la calle Oxford sólo circulan taxis y los buses de dos pisos, que son tan característicos en esa ciudad.

Siguiendo el recorrido, pasaron por las grandes tiendas Selfedges, Debenham, y D.H.Evans, entre otras, llegando finalmente a Park Lane.

Bordeando el Hide Park pudieron apreciar las lujosas mansiones, embajadas y el famoso Hotel Rochester, el más lujoso de la ciudad.

Por la calle Brompton llegaron a Harrod´s, un edificio imponente con una arquitectura de más de cien años.

Harrod´s es una tienda deslumbrante. Su decoración y la abundancia los dejó perplejos. Alfombras suntuosas, flores y plantas por todas partes, arañas de cristal, espejos, algo difícil de describir.

En la Planta Baja está la perfumería con todo lo imaginable, y en otro sector se encuentran comestibles de todo el mundo y una gran rotisería con los manjares más exquisitos.

El edificio tiene varios pisos a los que se puede acceder con escaleras mecánicas, y en el último se encuentra el suntuoso restaurante donde se quedan a comer.

Después de la experiencia de Harrod´s, volvieron al hotel en un taxi.

En Londres sólo deberían permanecer siete meses; la casa que será su hogar estaba en las afueras y era maravillosa.


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