La Crítica Destructiva




Frecuentemente alguien formula una critica destructiva sobre la última película de un actor famoso, sin razones o fundamento, sino por el hecho de que el protagonista es homosexual en la vida privada.

A veces los consejos de una persona no son tenidos en cuenta porque es de raza negra; y puede ocurrir que se desvalorice el razonamiento de un vecino porque es católico o porque es judío.

Estos comportamientos son más frecuentes de lo que creemos; o sea que se rechazan o aceptan los dichos de una persona en función a sus características personales y no en base a razones que los fundamenten.

Si nos concentramos en las personas cuando hacemos una crítica, podemos llegar a dejar de lado lo importante, es decir la evaluación correcta del tema en cuestión.

La intención solapada del que centra la atención en el argumentador, en el fondo es desprestigiar a quien se atreve a ser diferente de él, invalidando cualquiera de sus expresiones y negándole su derecho a existir.

Puede lograr así que sus supuestas características personales negativas resten credibilidad a sus juicios que a veces sirven para descalificarlo para cualquier causa.

Cuando el tema cuestionado no ha tenido tiempo necesario como para que nadie se haya podido formar aún una opinión sobre él, las referencias destructivas sobre alguna característica de la personalidad de la persona involucrada o cualquier referencia discutible sobre su pasado ambiguamente sospechado, puede influir en los responsables de las decisiones que le puedan competir, pudiendo llegar a ser desplazado del escenario de los acontecimientos sin una verdadera razón lógica.

Pero no siempre los antecedentes de las personas se relacionan con sus obras.

Las críticas se justifican y son válidas, cuando se relacionan estrictamente con el tema que se discute, cuando está en contradicción con su conducta o cuando el que es criticado pregona lo que él mismo no cumple o es opuesto a la imagen que desea dar.

Cuando alguien miente públicamente o en forma privada que luego se descubre, también es un antecedente que desacredita sus afirmaciones pero que pueden no afectarlo sobre otros temas no vinculantes.

Siempre es saludable reconocer el beneficio de la duda cuando se trata de decisiones trascendentes.

Un argumento, cuando es razonable, no depende tanto de quien lo haya formulado, por lo tanto, merece ser analizado.

Estar consciente de cuándo corresponde aceptar o rechazar una cuestión, nos puede ayudar en nuestras decisiones.

La personalidad, a veces, puede representar una traba o un trampolín para lograr objetivos; no hay que olvidar que todos somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras y que el pez por la boca muere.

Medir las palabras y vivir en función a lo que se piensa y se dice, es la única garantía de credibilidad, que puede proteger de las críticas destructivas.

A veces el entusiasmo y la excesiva confianza en si mismo puede hacer que una persona se vuelva soberbia y no admita críticas ni cuestionamientos.

Esta condición lo deja aislado, sin posibilidad de restablecer la comunicación con quienes pueden llegar a ser en algún momento dueños de su destino.

La crítica destructiva no tiene ninguna alternativa que ofrecer, solo destruye, aniquila al oponente con cualquier pretexto para deshacerse de él sin otro punto de vista que sus prejuicios.