Crímenes por Dinero




Cuando uno cree que ya lo ha oído todo, una historia real espeluznante se agrega a la larga lista de las atrocidades que los humanos son capaces de cometer por dinero.

Una familia norteamericana con dos hijos, un varón y una mujer, fueron los protagonistas de un hecho de sangre. Ambos progenitores y la hija fueron asesinados al entrar a su casa,  por un intruso que los esperaba oculto.  El hijo fue el único que se salvó porque se encontraba circunstancialmente en otra ciudad.

Se trataba de una familia adinerada. El padre tenía aviones y ganaba mucho dinero. Había rumores que tal vez estaba involucrado en el tráfico de marihuana, pero nunca se le pudo comprobar nada.

Tenía una relación con su hijo que no difería demasiado de la mayoría de los padres de hijos de esa edad; aunque tal vez malcriaba un poco a su hijo comprándole todo lo que se le ocurría.

Había llegado a comprarle un auto idéntico al que tenía después que lo chocó, para evitar que los amigos de su hijo se mofaran de él.

La hija era tímida, no se le conocía ningún novio y vivía con sus padres.

La madre había trabajado en la CIA pero en ocupaciones administrativas, por lo que no se podía suponer que tenía enemigos.

La policía parecía haber perdido el rumbo sin tener ninguna pista para seguir, hasta el día en que se abrió el testamento.  Al leer el escribano la cláusula que le permitía al hijo cobrar la herencia recién cuando cumpliera 35 años, éste, olvidando toda compostura, cometió el error de ponerse furioso, actitud que no se espera de alguien que ha perdido a toda su familia recientemente.

Este episodio llevó a la policía a pensar en él como el principal sospechoso.

Durante tres años las investigaciones sólo consiguieron encontrar pruebas circunstanciales que lo fueron incriminando más,  pero ninguna prueba concluyente y válida como para detenerlo y que se pudiera presentar con algún éxito en un tribunal.

La policía llegó a descubrir que el asesinato había sido cometido por un amigo que el principal sospechoso solía frecuentar, de dudosa reputación y que había estado preso; con un arma de grueso calibre con silenciador.

Los investigadores se dedicaron a buscar a quienes fabricaban silenciadores de ese tipo, no usuales en el comercio de armas, y finalmente encontraron a alguien que los hacía, quien finalmente, presionado por la policía,  accedió a hablar si le garantizaban inmunidad.

Dijo que el silenciador se lo había encargado el homicida que posteriormente al hecho le contó todo al respecto, revelándole inclusive el lugar donde había escondido el arma.

Ya habían pasado tres años de modo que sólo pudieron encontrar parte del silenciador, que felizmente fue identificado como el usado para cometer esos asesinatos.

Tanto el asesino como el instigador fueron enjuiciados y sentenciados a tres cadenas perpetuas.

Se cumplió una vez más las expectativas de los investigadores sobre estos hechos aberrantes, de que este tipo de crímenes son generalmente cometidos por alguien muy cercano a la familia, principalmente familiares directos.

El joven hijo que mató a sus padres y a su hermana tenía una obsesión por el dinero. Usualmente prendía los cigarrillos con cien dólares y  le gustaba hacer alarde desparramando billetes en las fiestas;  manejaba un auto de lujo importado y les hacía creer a todos que él era el dueño de la empresa de aviones de su padre.

El dinero era toda su identidad y fue capaz de hacer cualquier cosa,  porque sin él no era nada.

Fuente: Discovery Chanel - Programa "Casos resueltos"