La Prostitución Adolescente





La realidad impone nuevos usos y costumbres en todos los órdenes que no siempre son compatibles con la moral.
La pandemia de sida ha influido en las prácticas sexuales promiscuas, difundiéndose el sexo oral como la mejor opción entre parejas heterosexuales u homosexuales.
Se ejerce así la prostitución en medios estudiantiles como un medio para ganar dinero por considerarla una forma fácil, menos riesgosa e invasiva; y engañándose ellos mismos al negarse a aceptar esta práctica como lo que realmente es y dándole un significado más inofensivo y más aceptable socialmente.

Muchas adolescentes deciden dedicarse a esta práctica porque se han convencido que no se trata de ejercer la prostitución para ganarse la vida sino que es un juego que les genera buenos ingresos para darse algunos lujos y satisfacer algunos caprichos que su familia no puede costear.

De esa forma, las necesidades creadas por el consumismo lleva a los menores de edad a denigrarse y humillarse dedicándose a un oficio que sin duda afectará su personalidad, su desarrollo, sus relaciones, su autoestima y su futuro.

Porque esta actividad impide cualquier otro vínculo afectivo que se desee establecer, las llenará de confusión y se tendrán que acostumbrar a aceptar el maltrato y la discriminación.

Este tipo de servicio no reporta satisfacciones al que comercia con él, solo satisface al que paga, que es el que obtiene la gratificación personalizada, autista y mecánica con el mismo significado de una masturbación.

A nivel profundo, todo lo que se puede obtener con estas prácticas tiene un costo adicional que no se tiene en cuenta, la pérdida de la autoestima y dificultades con la identidad.




¿Quién soy cuando me someto al placer de otro por dinero? ¿Qué es lo que consigo más valioso que el valor que tiene mi propia persona? ¿Qué es lo que le da sentido a mi vida y me permite seguir viviendo de este modo?

Caer en esta trampa puede llevar a la depresión, a la ausencia del significado de la vida, al consumo de drogas y hasta el suicidio.

Si el caso es que les parece que todos lo hacen a su alrededor, aceptan identificarse con las patéticas perdedoras de su grupo, que no pueden vivir si no consumen lo que tienen los demás y prefieren perder el respeto por ellas mismas.

La confianza que los demás tienen en nosotros cuesta ganarla pero se puede perder en un minuto, luego, será difícil que algunos lleguen a creer en quien no tuvo ningún reparo en hacer cualquier cosa por dinero.

Porque la sexualidad se convierte en moneda de cambio y parece haber perdido su importancia para transformarse en un entretenimiento pasajero que proporciona placer individual a unos y les permite comprar lo que deseen a otros.

Relativizar las cosas nos lleva a minimizar los graves errores que se cometen, porque ahora todo vale, aunque se trate de robar, matar o denigrarse ejerciendo la prostitución, porque ya no hay valores en que creer pero el grave peligro de todo esto es que esta ausencia de valores al mismo tiempo nos hace más vulnerables y nos expone a todo.