El miedo a la enfermedad




Una enfermedad expresa en el cuerpo su estado anímico, porque el cuerpo y la mente son una unidad y cualquier situación psíquica no resuelta emocionalmente, se manifiesta por medio de una determinada patología, que simboliza cómo se viven las experiencias.

Resolver una situación, significa aceptarla e integrarla a la identidad, y ser capaz de enfrentar la herida narcisista que produjo y la consecuente pérdida de autoestima con la expresión emocional adecuada, que es lo que permite su elaboración y la recuperación del equilibrio.

Una vez declarada la enfermedad siempre será posible revertirla, por más grave que sea y más sombrío sea su pronóstico, porque ha habido muchas remisiones espontáneas de enfermedades graves que confirman esta afirmación.

Si estas remisiones espontáneas son posibles, significa que hubo algo que interfirió en el proceso patológico y devolvió la normalidad al cuerpo, y ese algo se relaciona necesariamente al cambio de actitud del enfermo.

Estas experiencias son las que les brindan la misma oportunidad a otros de lograrlo.

Lo más importante en esa situación es el conocimiento de uno mismo, la personalidad, el carácter, los objetivos de la vida, los condicionamientos del pasado, la elaboración de los duelos, los resentimientos, el perdón, los remordimientos y las culpas; y el reconocimiento de si realmente amamos la vida, si la enfermedad no es una forma de castigo y si queremos seguir vivos.

Es un examen de conciencia y así como nos tenemos que hacer tomografías computadas, resonancias magnéticas y análisis de todas clases para detectar las anomalías a nivel físico, así también tenemos que intentar localizar el proceso de pensamiento negativo, la depresión que intervino en la formación patológica somática.

Por eso resulta indispensable un apoyo psicoterapéutico, para hablar de las cosas que no se hablan, de lo que nos molesta traer a la conciencia y reconocer en nosotros mismos, porque creemos que deteriora nuestra imagen, que es una ilusión que estamos dispuestos a proteger aunque nos cueste la vida.

El miedo a la enfermedad que se padece atenta contra la curación, porque el miedo produce estrés y el estrés disminuye las defensas.

El miedo desaparece con la entrega, la rendición incondicional y no ofreciendo más resistencia, que es cuando ya no nos importa que pueda pasar y nos aferramos sólo al presente.

Todos tenemos solo el presente, porque del futuro ninguno está seguro y el pasado ya fue y no se puede cambiar.

No dejar ningún espacio de la mente para mantener algún pensamiento de temor, porque la muerte es mucho mejor que vivir con miedo.

Una enfermedad puede ser un proyecto inconsciente y muchas veces le da sentido a la vida, cuando creemos que no estamos a tiempo para construir otro saludable.

Muchas personas han obtenido lo que quisieron por medio de una enfermedad, porque no pudieron atreverse a hacerlo con salud.

La enfermedad reporta a algunos beneficios secundarios, trato preferencial, atención, amor, cuidados especiales y un mejor status, cuando la persona se siente abandonada y no se siente amada ni cuidada.

Recordemos la afirmación de Louis Hay, en su libro “Cómo sanar su vida”: "Estoy dispuesta a cambiar, renuncio a mi necesidad interna de estar enferma..., de tener tal o cual dolor..., o afección."
Manden mensajes al cuerpo para curarse, porque ha recibido una información que lo obligó a enfermarse y necesita que se retracten.