Universos Paralelos




En el siglo XX tuvieron lugar descubrimientos que modificaron la forma de ver la realidad.

Einstein fue el protagonista principal, en gran parte con la Teoría Especial de la Relatividad, (1905), responsable absoluto de la Teoría General de la Relatividad, (1915), y desempeñando un importante papel en la Teoría de la Mecánica Cuántica, (1926).

Sin embargo, nunca aceptó esta última, debido a su elemento de indeterminación, convencido que en el Universo nada ocurre al azar.

El descubrimiento de los agujeros negros en el universo inspiró a los escritores de ciencia ficción.

Un agujero negro gira como un remolino y si alguien se precipitara a través de ese remolino en el espacio tiempo, tal vez podría salir en otra zona del Universo o quizás en otros universos.

Los científicos creen que teóricamente tiene sentido que las partículas de materia puedan pasar a otros universos.

Todo lo que existe está formado por una cantidad de materia que es lo que lo hace posible y que está en constante transformación.

La Teoría Cuántica revela que una misma partícula puede estar en distinto lugar al mismo tiempo y aparecen y desaparecen según son observadas. Se puede inferir que podrían existir otros universos posibles, que se manifiestan o no según las decisiones que tomamos.

Si elegimos casarnos en este universo, la posibilidad de la existencia de las demás decisiones posibles, podrían existir en otros posibles universos. De manera que cada decisión irá creando el universo que habitamos. Porque la teoría de los sistemas nos dice que un cambio en una estructura cambia toda la configuración de ese sistema y la convierte en una nueva estructura.

Nuestras decisiones están condicionadas por el inconsciente colectivo, donde habrá muchas decisiones iguales que incrementarán el grado de influencia de sus efectos.
Los agujeros negros pueden estar en cualquier parte y no necesariamente tan lejos, ya que incluso podrían existir en este planeta.

Stephen Hawking afirma que si caemos en un agujero negro, es probable que no podamos salir, además de que seríamos destruidos por fuerzas extraordinarias, que según él podrían ser útiles para deshacerse de la basura o de las personas que fastidian.
Sin embargo, pueden escapar radiaciones del campo gravitacional de un agujero negro, porque en distancias cortas el principio de indeterminación hace que las partículas se desplacen a una velocidad más alta que la de la luz, de modo que partículas y radiación podrían atravesar el horizonte de sucesos y escapar de él.
Podrían salir cosas de un agujero negro, pero serían diferentes a lo que cayó en él, sólo la energía sería la misma.

Si un agujero negro emite partículas y radiación, irá perdiendo masa y terminará desapareciendo.

Hawking cree que los objetos que hubieran caído en un agujero negro irían a parar a un universo propio, separado de la zona de nuestro universo, pero que podría llegar a unirse de nuevo a nuestra región espacio tiempo en forma de agujero negro que alguna vez fue y luego desapareció. O sea, las partículas que cayeron en un agujero negro volverían a aparecer como partículas emitidas por el otro agujero negro y viceversa.

Hawking piensa que el Universo y todo lo que hay en él se rige por leyes bien definidas que gobiernan su desarrollo en el tiempo, es decir, que todo el universo estaría determinado por evolución según las leyes de la ciencia.

Si realmente fuera así, es difícil entender cómo podemos ser dueños de nuestros destinos y creer en el libre albedrío.

La ciencia aún no ha logrado una teoría unificada sobre el universo.

Si pensamos que cada decisión materializa determinadas partículas y no otras, somos nosotros los que creamos universos, y cada universo tendría el equilibrio asegurado y sería absolutamente determinado.

Cada persona a la vez, es un universo y elige en función de un propósito, que puede ser consciente o inconsciente, un propósito que está en sus genes y forma parte de él mismo, como ser único y distinto.

Cada elección es la única posible y nunca podrá ser otra, por estar determinada por la propia organización de su sistema.

Fuente: "La Historia del Tiempo", Stephen Hawking