Experiencias Extracorpóreas




Un criminal norteamericano del siglo XIX, condenado a cadena perpetua en la prisión de San Quintín; tenía facultades psíquicas que le permitían salir de su cuerpo las veces que quisiera, y evadirse de su encarcelamiento, vagar por distintos lugares, inclusive más allá de este planeta.

Esto lo lograba con facilidad, principalmente cuando lo confinaban a un encierro solitario por mal comportamiento, y lo inmovilizaban totalmente con un chaleco de fuerza.

Cuando el director de la cárcel fue reemplazado, el nuevo funcionario encargado de esta tarea, consideró despiadado este castigo y lo sometió a una revisión médica general para constatar los daños que le había causado ese maltrato, pero asombrosamente, el reo gozaba de excelente salud, incluso se veía rejuvenecido y vigoroso.

El hombre repitió hasta el cansancio que podía salir de su cuerpo y dirigirse a cualquier lado que quisiera y que podía elevarse y atravesar los muros; de modo que finalmente le creyeron ya que no existía otra explicación.

A principios del siglo pasado, el prisionero recuperó su libertad y posteriormente escribió un libro, titulado “El hombre vigésimoquinto”, en el que relata sus andanzas por este y por otros mundos, sus experiencias y la forma en que lo lograba.

El Dr. Waldo Vieira, fundador del Instituto Internacional de Proyectología y Concienciología, cuya sede está en Foz do Iguazó, Brasil, y que tiene filiales en Europa, el resto de América y Oriente, a los ocho años vivió por primera vez una experiencia extracorpórea.

Sostiene que la mayoría de las personas realiza viajes astrales todas las noches cuando duerme, pero no lo saben.

El sueño es un estado de conciencia, en el cual el cuerpo descansa pero la conciencia no.

Este hombre ha escrito gran cantidad de libros y es considerado un experto mundial sobre este tema.

Sus investigaciones le permitieron llegar a la conclusión que alrededor de un nueve por ciento de las personas recuerdan haber abandonado el cuerpo pero con poca claridad, como un sueño;  y que sólo un 1,2 % tiene experiencias fuera del cuerpo con total lucidez.

Se pueden distinguir dos formas de experiencias extracorpóreas: las voluntarias y las involuntarias.

Las involuntarias suelen ocurrir en situaciones de crisis, accidentes, durante el efecto de la anestesia en operaciones quirúrgicas, o sea en cualquier situación límite; aunque también ha habido casos ocurridos durante trabajos rutinarios o mecánicos.
Si la persona desconoce estas experiencias puede quedar atemorizada o sufrir alternaciones nerviosas.

En 1961 se realizó en él Instituto de Investigación Psicofísica de Oxford, en Inglaterra, la recopilación de más de cuatrocientos testimonios de personas que habían tenido una vivencia de desdoblamiento.

La doctora Celia Green, especialista en física teórica, clasificó estas experiencias en dos grupos: las parasomáticas, en las cuales la persona se puede percibir a si misma como su doble sutil y evanescente y los asomáticos, cuando el sujeto se reconoce como su propia conciencia descarnada, inmaterial pero lúcida.

La mayoría eran experiencias parasomáticas, o sea la capacidad de percibir el doble sutil que todos llevamos dentro.

Muchas de estos fenómenos se consideraron auténticos viajes astrales, pero otros fueron solo proyecciones psíquicas involuntarias.

En cuanto a los viajes extracorpóreos voluntarios, para que sean posibles es necesario que la persona tenga el deseo de experimentarlo y se pueda concentrar totalmente en ello.

Frecuentemente tales fenómenos suelen ser inducidos con distintas técnicas, como la meditación, la relajación o la respiración controlada, o por medio de drogas, como el ácido lisérgico, la mescalina o el peyote, el guano o la ayahuasca.

En estos casos se trataría de una proyección mental.

Los requisitos más importantes que se necesitan para lograr estos estados de conciencia son:

1) voluntad genuina de realizarlo

2) necesidad del contacto astral

3) visualización previa de lo que se desea experimentar

4) entrenamiento

En cuanto al cuerpo astral en cambio, de las experiencias involuntarias, es independiente de la mente y del cuerpo físico, pudiendo este cuerpo sutil viajar a través de otras dimensiones no conocidas por la conciencia, para luego volver al cuerpo cuando la persona lo desee u otras personas de esta u otra dimensión lo obliguen.

Fuente: “El Viaje Astral”, Edgard de Vasconcelos, Ed.Planeta