El Manipulado y el Manipulador




Walter Dresel, médico cardiólogo y homeópata, nació en Montevideo, Uruguay. Se dedica a estudiar el fenómeno del envejecimiento y hace casi veinte años que desempeña tareas como comunicador por radio y que participa en algunos programas de televisión.

Creó el Centro de Medicina del Bienestar con el objetivo de brindar ayuda en las distintas etapas de la vida y fundó el Centro de Liderazgo y Administración de la Vida Humana, donde se realizan talleres vivenciales y seminarios.

Publicó varios libros y recibió el Premio Cervantes de Literatura para adultos en 2003.

En su libro “Yo te manipulo, y tu ¿qué haces?” trata de analizar las característica de estos dos roles y la posibilidad que existe de cambiar esa situación sin que necesariamente tenga que terminar la relación.

Para Dresel, la manipulación tiene un doble aspecto, el que la ejerce y el que se lo permite; y este juego de opuestos atenta contra la libertad y el bienestar de los dos.

En todo vínculo donde hay un manipulador y otro que se deja manipular, los dos son responsables y también víctimas.

Cuando alguien está siendo manipulado por otro en una relación de antigua data, el que desea salir de esa situación tiene que empezar por cambiar él mismo. Pero cambiar no es fácil, porque significa lo desconocido, la inseguridad de no saber lo que puede ocurrir con el vínculo.

El manipulador supuestamente es el más fuerte, sin embargo no es así, porque su inseguridad lo lleva a defenderse agrediendo.

Se puede agredir de muchas maneras, por ejemplo, generando culpa o amenazando con el abandono o también atacando la autoestima del otro diciéndole que es incapaz de ser independiente.

En realidad el manipulador es la primera víctima ya que pierde la oportunidad de conservar una relación sana y se condena a si mismo a quedarse finalmente sólo, porque a la corta o a la larga el manipulado termina dándose cuenta y lo abandona.

El manipulador gasta toda su energía para imponerse y hacer su voluntad, y se la resta al vínculo y a su propio desarrollo y pierde además la oportunidad de lograr una relación satisfactoria y sana.

El manipulado es la otra víctima, que por lo general es inseguro y que tiene tan baja su autoestima que no confía en sus propias decisiones, no es capaz de poner límites y parece no tener objetivos demasiado claros; condiciones que el manipulador aprovecha para invadir su vida y decidir todo por él.

Dresel nos dice que no es suficiente que el manipulado tome conciencia de estar siendo manipulado sino que primero tiene que cuestionarse y conocerse más y saber cómo llegó a esa situación de estar involucrado en una relación de estas características; y segundo si es capaz de empezar a revertir una falsa tolerancia frente a los ataques a su autoestima y encontrar fuerzas para negociar y llegar a un acuerdo consensuado.

Resistirse o poner límites no funcionará, porque eso no es lo que espera el otro, puede provocar una reacción violenta y no conseguir resultados.

De nada sirve patear el tablero porque toda decisión tiene un costo que hay que pagar que puede ser alto, pero sí hay que tratar de saber hasta cuanto se está dispuesto a pagar para decidir terminar la relación o continuar manteniéndola.

Drieser afirma que hay que atreverse a cambiar pero sin precipitarse y sin ser imprudente, tomándose el tiempo necesario para fortalecerse y saber qué es lo que realmente se desea.

Lo importante es recuperar la propia dignidad de persona adulta,  dueña de si misma para poder tomar las propias decisiones y recuperar el timón de la propia vida.

Algunos tal vez necesitarán ayuda, cuando no puedan salir solos de una situación como esta; y esto también es válido.