Programas Mentales




Si observamos detenidamente todo lo que nos pasa podremos comprobar que la mayoría de las veces nos hemos programado para que ocurran.

Como modelo, relataré una experiencia personal alusiva que fundamenta esta afirmación.

Hace muchos años, mientras visitaba a un médico homeópata que solía tratarme con regularidad, le mostré una verruga que tenía en la espalda que lucía de lo más antiestética.

Me dijo que la verruga era una simple queratosis que se podía sacar sin ningún problema pero que tenía una mancha en la piel, al lado, bastante grande, que era sospechosa y me recomendó consultar con un dermatólogo.

En ese momento era muy joven y pensé que no estaba dispuesta a recibir un diagnóstico desfavorable, y pensé que tal vez, en un futuro lejano, cuando considerara que no iba a tener mucho que perder, tal vez lo haría, y fijé una edad en la que suponía que ya estaría en condiciones psicológicas para recibir cualquier noticia sin alterarme demasiado.

Cuando llegué a esa edad, muchos años después, un día decidí visitar al dermatólogo dispuesta a recibir cualquier impacto. Tal como lo esperaba, me diagnosticó un melanoma y el médico se extrañó de su antigüedad. Tanto, que me pidió que figurara en un trabajo de investigación para presentarlo en un post grado. Como si esa lesión hubiera esperado pacientemente hasta esa fecha para desarrollarse y manifestarse como un melanoma.

Por suerte era operable y de buen pronóstico y de esto ya transcurrieron más de veinte años.

Me di cuenta que me había programado para a esa edad tener un melanoma, o sea, recién cuando estuve en condiciones de enfrentar ese diagnóstico que afortunadamente no tuvo graves consecuencias.

Tenemos que tener cuidado con nuestros miedos y principalmente con nuestros pensamientos y nuestros deseos, porque no nos damos cuenta y nos programamos para enfermarnos.

No me pasó a mi sola, les pasa a muchos que aún no saben, como tampoco lo sabía yo en ese momento, la incidencia que tienen en nuestro futuro todos los deseos que proyectamos y todo lo que pensamos.

Piensen sólo en positivo, porque las enfermedades se manifiestan cuando las aceptamos y nos convencemos hasta la última de nuestras células que estamos enfermos.

Tienen que pensar que están sanos, porque lo normal en la naturaleza es la salud y lo anormal es la enfermedad, y somos nosotros con nuestra mente los que intervenimos para hacer la diferencia.

Los pensamientos negativos se relacionan con la autoestima, porque no nos creemos merecedores de una vida feliz y saludable y por alguna razón creemos que necesitamos sufrir, cuando nos convencemos que la vida es traicionera y cualquier cosa le puede suceder a cualquiera.

Ahora pienso diferente, creo firmemente que todos nos merecemos ser felices y estar sanos siempre, sólo por existir y si no nos empeñamos en interrumpir el libre flujo de las cosas.