El Adolescente y la familia



El elemento más importante en una familia después del afecto mutuo, es la comunicación adecuada entre padres e hijos, principalmente en la adolescencia

La familia es un grupo unido por lazos consanguíneos y emocionales donde un individuo tiene la oportunidad de obtener una socialización primaria satisfactoria que le permita acceder normalmente a la socialización secundaria durante su escolaridad y poder adaptarse creativamente a la sociedad.

El ámbito familiar es la base de la educación, y la oportunidad de incorporar valores, creencias, normas y reglas de convivencia, que serán el fundamento del comportamiento de una persona en la sociedad.

La familia otorga el contenido que un individuo podrá aprender y un modo de interpretar ese contenido.

Existen distintas formas de educar a los hijos, que pueden ser: democrático, autoritario, permisivo e indiferente.

Los padres que educan a sus hijos con un estilo democrático, los escuchan, respetan sus opiniones, las aceptan y los estimulan para ser como son; y si los hijos adoptan conductas que pueden resultarles nocivas para su salud emocional o física, están lo suficientemente atentos para recurrir al diálogo y a la negociación.

El estilo autoritario no admite derecho a réplica, son padres que se manejan con órdenes fijas e inflexibles, que tienen altas aspiraciones para sus hijos, y que son exigentes e insensibles frente a sus necesidades y deseos reales. La comunicación no es fluida, circula de arriba hacia abajo y no a la inversa, y quienes están abajo no tienen voz ni voto.

El estilo permisivo es frágil, con débiles estructuras, pocas convicciones firmes y sin bases sólidas para la formación de la personalidad de los hijos. Son los padres que se enteran del incendio cuando está todo en llamas, que tienen poco interés en tener un vínculo sincero porque están en sus cosas y tratan de justificar su culpa con sus ocupaciones o con dinero.

El estilo indiferente es el de los padres que no ha entablado ninguna clase de vínculo con sus hijos, que los ignoran, los maltratan, y no se preocupan ni por su educación ni por su subsistencia. Son los padres ausentes a quienes no les interesa ni dónde ni con quién están sus hijos, los que no asumen la responsabilidad familiar y se desentienden de ellos dejándolos en plena libertad o en manos anónimas y permitiendo que sufran abusos de los mayores cercanos.

De cómo haya sido la relación familiar depende el futuro comportamiento de los hijos y su capacidad de adaptación a la sociedad.

Si la comunicación familiar ha sido positiva, sin dobles mensajes, con padres con una conducta estable que respetan los valores humanos, que han sabido escuchar a sus hijos y respetarlos, el resultado será su ingreso al mundo adulto en condiciones óptimas para desarrollar sus habilidades específicas y con la autoestima lo suficientemente alta como para poder sentirse merecedores de sus logros.

Estos individuos tienden a tener poca participación en situaciones violentas y pocas posibilidades de caer en una adicción. Son personas que cuentan con mayores recursos para enfrentar las distintas etapas de la vida, y que logran un mayor bienestar y un mayor crecimiento como persona individual.

Los problemas de la adolescencia se relacionan con la falta de afecto sincero y de comunicación familiar, con la ausencia de contención y de comprensión, con la falta de valores, con la indiferencia, y con la actitud crítica destructiva de los padres, que no advierten las necesidades de sus hijos en una etapa difícil del desarrollo que implica principalmente la búsqueda de la identidad sexual y del si mismo.

La planificación familiar permite tener a los hijos que se desean cuando es el momento oportuno para los padres; y así evitar rechazarlos una vez nacidos.

Tener un hijo es una gran responsabilidad que será gratificante siempre que sea un hijo querido, porque los hijos sienten el rechazo desde el útero materno y produce consecuencias devastadoras en su vida emocional.

Hoy en día los hijos no pueden nacer por accidente, ya que existen muchos métodos anticonceptivos viables para cada caso en particular, que la pareja deberá elegir para no apartarse de sus objetivos.

Más difícil es entender la actitud de las mujeres embarazadas debido a relaciones ocasionales, teniendo en cuenta que no sólo pueden quedar embarazadas sino adquirir enfermedades de transmisión sexual graves que incluso pueden transmitir a sus hijos.

Como siempre la ignorancia es la que se cobra sus víctimas, que por lo general son los niños; que si logran crecer luego serán adolescentes problemáticos y finalmente, si sobreviven, adultos conflictivos.

Seamos responsables, adoptemos la procreación responsable para que un hijo no se convierta en un castigo sino en la felicidad de la familia.