El Alcoholismo en Rusia



Rusia ostenta un destacado lugar en el mundo en lo que se refiere al abuso del alcohol.

Los alcohólicos forman parte del paisaje urbano, duermen en los subtes inundándolos de olor a alcohol y en cualquier otro lugar público.

La bebida favorita de los rusos es el vodka que tiene una graduación alcohólica del 40%. Se calcula que el consumo anual de alcohol por persona es de 18 litros, más del doble del límite que fija la OMS y que coloca a Rusia en el segundo lugar en el mundo en consumo de alcohol, después de Moldavia, país que perteneció a la ex Unión Soviética.

El gobierno de Rusia considera el alcoholismo un desastre nacional y ha comenzado una campaña para controlarlo.

El alcoholismo está tan difundido, principalmente entre la población masculina, que la expectativa de vida de los hombres en ese país es de 59 años, igual que en Haití, o sea veinte años menos que los alemanes o suecos.

La antigua Unión Soviética no permitió en su momento el ingreso de la organización mundial de Alcohólicos Anónimos, que se considera la institución más exitosa en el control de esta enfermedad, debido al hecho de haber sido creada en los Estados Unidos por iniciativa del Grupo Oxford, una sociedad cristiana norteamericana; y ese antecedente hizo que nunca pudiera superar la barrera marxista del Kremlin.

Recien en 1988, durante el gobierno de Gorbachov, en el que comenzó el cambio y la apertura a Occidente, esta organización pudo iniciar su actividad y actualmente ya funcionan 370 grupos, pocos en función al tamaño del territorio y a la cantidad de población.

Algunos testimonios son elocuentes, como por ejemplo el del ingeniero Niñita, que asiste a las reuniones desde hace doce años debido a que el alcohol había tomado el control de su vida y desde los 16 años hasta los 23, lo primero que hacía en la mañana al levantarse era tomar un trago de vodka y luego seguir bebiendo cada dos o tres horas durante todo el día y también de la noche.

Hoy en día, gracias a AA, Niñita tiene una familia y un trabajo.

Algunos rusos culpan de su adicción al clima tan riguroso en los largos inviernos, con pocas horas de luz solar, que predispone a la depresión y al consumo de bebidas alcohólicas.

Incluso el presidente Boris Yeltsin era un alcohólico empedernido que no pudo dominar su enfermedad y murió víctima de sus consecuencias.

Los alcohólicos pierden su trabajo y sus familias debido a su adicción, que los vuelve violentos y agresivos.

En Rusia también está funcionando ALANON, que son grupos de autoayuda para familiares de alcohólicos.

Para recuperarse de la adicción al alcohol, es necesario recibir ayuda terapéutica, porque sólo no se sale; y además continuar en los grupos de AA toda la vida, porque se pueden recuperar pero no se curan.

El gobierno actual duplicó el costo mínimo de las botellas de medio litro de vodka, pero esa medida es insuficiente, porque por otro lado se incrementa el consumo del vodka ilegal que tiene mayor graduación alcohólica.

Otra medida que parece ser más operativa es la creación de quinientos nuevos centros de rehabilitación de alcohólicos, que utilizan técnicas más modernas, domo la de hipnosis y de sugestión para desalentar el consumo.

Otra forma de enfrentar este desafío es tratando de disminuir el abuso de bebidas alcohólicas entre los jóvenes, fijando penas para quienes vendan alcohol a menores de 18 años, prohibiendo el expendio cerca de las escuelas, centros de salud y clubes; e implementando una amplia campaña en los medios de comunicación.

El objetivo del gobierno es disminuir el consumo de alcohol por año por persona a poco más de la mitad, para llegar en 2020 al límite que propone la OMS.

En la antigua Uni´n soviética también se trató de encarar este problema y surgieron varios planes, como la ley seca, que rigió desde 1918 hasta 1925 y una peculiar campaña publicitaria que no resultó efectiva.

El alcohol continúa haciendo estragos en la salud de la población activa, creando conflictos sociales, problemas económicos y dando lugar a familias disfuncionales, pérdida de la capacidad laboral, violencia familiar, separaciones y divorcios.

Fuente: LNR, Sociedad, nota de Ruben Guillemi.