Por qué no hablan los hombres



Suele ocurrir con bastante frecuencia que los maridos no hablen, no expresen ninguna de sus vivencias, no hagan ningún comentario de actualidad y no intenten iniciar una conversación sobre ningún tema en particular, sea o no sea de su interés.

¿Por qué no hablan los hombres con su pareja, independientemente de los años que hace que están juntos?

Un hombre en su hogar parece dar todo por sentado, no necesita agregar nada, no se le ocurre tener la sutileza de derrochar halagos, brindar mimos, o gastar algunos de sus besos con su mujer, porque pareciera que piensa que no vale la pena, que no es necesario, que la vida se desplaza mejor sin palabras a través de fríos silencios que profundizan la distancia que hay entre los dos más de la cuenta.

¿Será acaso que un hombre no tiene nada que decir que pueda interesarle a su mujer? Si es alguien que sólo le interesa su trabajo y el fútbol, poco tiene para compartir con ella que seguramente tiene muchos más intereses que él.

Los momentos que están juntos son para compartir y es bueno estar en silencio, porque los silencios son también elocuentes, pero cuando se transforman en lo único que se espera estando con él, se torna casi agresiva tanta indiferencia.

Los hombres, en general, no hablan de si mismos, tampoco piensan demasiado en eso; además no les gusta que los demás le comenten sus conflictos.

Todas esas cosas les parecen pavadas y si la mujer se atreve a transgredir ese principio, entonces pone mala cara, contesta con monosílabos y se convierte en una pared donde mueren las palabras.

Las mujeres tienen una vida emocional muy rica que muchas veces naufraga en el océano de la apatía masculina. Se intoxican con tantas palabras no dichas. Desearían poder comentar sus ideas, manifestar las emociones que le suscitan, pero es un deseo que parece congelarse frente a la frialdad de un témpano.

¿Por qué los hombres se niegan a hablar de si mismos?

Los hombres piensan racionalmente y no se permiten el uso de su imaginación en tanto no sea con fines prácticos y aún no se han dado cuenta que el arte de la seducción exige atención desde muchas horas antes del acto.

Porque la mujer, con una mirada sugerente, o una caricia distraída, durante el día, responde sexualmente mejor que con un avance salvaje cinco minutos antes.

Los hombres son más racionales que las mujeres pero mucho menos inteligentes, porque todavía no conocen a la mujer después de tantos millones de años.

Tampoco se atreven a incursionar en temas más profundos, porque la incógnita sobre los interrogantes más serios, sólo les interesa develarla para sacar provecho.

Creo que si la mujer no existiera y la generación de hombres fuera espontánea, estaría toda la humanidad masculina todavía cazando con el arco y la flecha.

Porque como Eva, que le propuso comer una manzana por su cuenta sin consultar, es la mujer la que todavía le sugiere al hombre los proyectos, hacer algo diferente, cambiar algo, salir de viaje, intentar infructuosamente algún crecimiento; porque si fuera por ellos, lo único que se les puede ocurrir es dormir la siesta.