Restaurantes no convencionales



Es una moda que rige en Europa y en Estados Unidos y que ahora también apareció en Argentina.

Son los restaurantes no convencionales, secretos, que sólo atienden a sus clientes habituales y se promocionan de boca en boca.

Se encuentran en lugares recónditos, duran poco, tipo nómades que deambulan por distintas partes de la ciudad y hay que seguirles las pistas para no perderlos.

Trabajan a puertas cerradas, la concurrencia no es masiva sino reducida, y tienen anfitriones carismáticos que hace más entretenida la cena.

A su favor tienen el atractivo de la comida hecha en casa, un lugar al que se puede concurrir llevando su propio vino pero con la condición de que si aparece la policía hay que decir que es una fiesta de familia.

Pueden ser noches temáticas, de comida mexicana o india o especializarse en comida mediterránea, claro que como en cualquier casa de familia, no pagan ningún impuesto, no tienen habilitación municipal ni ninguna inspección de bromatología.

Algunos tienen entradas sospechosas, como una tintorería que detrás de una cortina se transforma en un comedor para unos pocos comensales hábilmente elegidos, porque sólo pueden concurrir los que son admitidos.

A la gente le atraen los lugares clandestinos, poder vivir una noche la emoción de ser los miembros privilegiados de una cofradía y estar dispuestos a vivir la aventura de reunirse en cualquier lugar, porque sólo conocen la dirección después de haber pagado la entrada.

Son como los clásicos clubes londinenses donde sólo concurre la membresía, sociedades secretas que se juntan para comer en forma distinta.

Por supuesto, luego se hacen todos amigos, pero no obstante, ninguno sabe dónde será el próximo encuentro ni si serán los mismos o habrá otros nuevos.

Son grupos que se aglutinan apelando al sentimiento de pertenencia, que satisfacen la necesidad de sentirse incluido.

Son los exploradores de la jungla de asfalto que buscan un lugar más cálido en esta selva de cemento y encuentran en esos lugares insólitos y misteriosos con buena comida.

Existen algunos aún más osados que eligen para el encuentro una casa en construcción como los vagabundos, porque cualquier lugar extraño inimaginado puede ser el refugio elegido para una noche, casas abandonadas, vagones de ferrocarril, carpas de circo, pero todo ambientado convenientemente para una cena romántica con velas y espectáculo incluido.

Un privilegio exclusivo para los que están aburridos de los restaurantes convencionales, donde todos se miran de reojo buscando alguna cara conocida.

Para acceder a estas delicias que disfrutan sólo los aventureros, hay que enterarse por Internet, porque la búsqueda es parte del encanto y lo más divertido.