La Religión Vudú y los zombies



En Haití, existen hechiceros que practican vudú, una religión que combina creencias de la religión católica con las prácticas de antiguos pueblos de África Oriental. Cuando se produjo el comercio de esclavos y éstos fueron trasladados a América, se creó un nuevo sistema filosófico que dio como resultado el vudú.

Algunos de estos hechiceros son capaces de transformar a un muerto en un zombi, o sea un muerto vivo; un ser sin espíritu o con un espíritu incompleto.

Los zombies se caracterizan por presentar un estado letárgico como si se encontraran a medio camino entre la vida y la muerte.

Por medio de un ritual, un hechicero puede lograr que un muerto adopte una forma de vida que lo transformará en su esclavo dispuesto a obedecer sus órdenes.

Los hechiceros afirman que pueden transformar en zombies a un grupo de muertos y llegar a controlarlos para que trabajen para ellos, con la única condición de que no deben consumir sal.

La doctora Claudine Michel, de la Universidad de California, afirma que el vudú haitiano es una religión humanista que surgió en la colonia francesa de Santo Domingo, como un conjunto de tradiciones culturales que sirve a la unión del pueblo haitiano y les permite recuperar la esperanza en tiempo de crisis. El vudú conserva los valores morales que se han perdido en civilizaciones más avanzadas y condiciona todos los aspectos de la vida cotidiana de los haitianos de todas las clases sociales.

Esta religión contiene los siguientes principios que orientan y dirigen la vida de los creyentes:
La veneración al Grand Mét, o sea el árbitro supremo del destino,
El servicio y el respeto a los Lwa, que son los que protegen a los individuos, al grupo y a la comunidad;
El respeto a los muertos y
La solidaridad para los familiares y amigos.

Para la doctora Michel, el vudú haitiano no se basa en supersticiones, no propicia orgías sexuales, no se trata de magia negra, ni hace brujerías o maleficios, como los medios sensacionalistas pretenden hacer creer.

El respeto a los muertos proviene de la creencia en que si se los olvida pueden vengarse.

El hechicero es el que realiza las prácticas religiosas, pero no cuenta con una jerarquía orgánica, actúa por cuenta propia y solamente tiene autoridad sobre sus discípulos o seguidores.

La fama del hechicero depende de su habilidad para hacer curaciones o para materializar espíritus.

Entre ellos están los que actúan de buena fe y también los que se aprovechan de sus víctimas y son capaces de crear zombies y de inducir a sus seguidores a cometer crímenes.

William Seabrook (1884-1945), en su libro “La Isla Mágica” utilizó la palabra “zombi” y dio a conocer el vudú en el mundo a partir de sus experiencias vividas en Haiti, donde fue iniciado en el misterio de esta religión.

Seabrook relata en su libro la historia de Ti Joseph, que le contó un campesino que no creía en los zombies, que en 1918 se produjo una cosecha de azúcar tan extraordinaria que la empresa azucarera le daba trabajo a cualquiera.

Ti Joseph llegó a la zafra al frente de un grupo de hombres muy pobres provenientes de una zona remota. Hablaban un dialecto extraño y no se relacionaban con otros fuera de su grupo. Trabajaban en forma aislada y parecían incansables; sólo abandonaban sus tareas para comer un alimento especial que les proporcionaba su jefe.

Un día, Ti Joseph dejó al grupo a cargo de su esposa, quien por lástima los convidó con pasteles que contenían sal entre sus ingredientes y entonces esos seres se dieron cuenta que eran zombies y se volvieron a sus tumbas.

La etnóloga y escritoria norteamericana Zora Neale Hurston (1891-1960), ganadora de las becas de Rosenwald y Guggenheim, fue una de las primeras en considerar al vudú como una práctica religiosa.

Ella reveló el caso de Felicia Félix-Mentor, una joven que había muerto en 1907 y que fue encontrada treinta años después vagando por los campos. Era idéntica a Felicia pero no hablaba; y en estado lamentable fue llevada al hospital.

Zora le tomó fotos pero le resultaba insoportable ver su cara inexpresiva y sus ojos que parecían los de alguien sin vida.

Los médicos pensaron que la joven había sido intoxicada con drogas y raptada en un estado de aparente muerte para luego ser resucitada con un antídoto y que era probable que ese proceso le hubiera afectado seriamente el cerebro.

El psiquiatra Louis P. Mars, del Instituto de Etnología de Haití, también se ocupó del caso y llegó a la conclusión de que la joven sufría de esquizofrenia y que la creencia de la gente de que se trataba de un zombi era producto de una histeria colectiva.

Otros especialistas en psiquiatría coincidieron con ese diagnóstico, al comparar los efectos de la conocida toxina que contiene el pez globo, que tomada en ciertas dosis provoca una parálisis que se asemeja a la muerte clínica.

La explicación de estos hechos se basan en suposiciones y no prueban nada; sólo quedan dudas e interrogantes para este cautivante misterio.

Fuente:"La Ciencia frente a los Zombis", Silvina García Guevara, Revista Muy Interesante, mayo 2009.