Filosofía en Psicoterapia



La Psicoterapia, además de atender los problemas puntuales debe tener también un objetivo profundo, ya que la persona que consulta a un psicólogo se encuentra en una situación que lo hace dudar de si mismo y le ha hecho perder el rumbo; y se encuentra en una crisis que no puede resolver sólo.

Es el momento que le exige a cada persona en particular replantearse las preguntas esenciales: ¿Quién soy? ¿Dónde estoy? Y ¿Hacia dónde voy?

¿Quién soy yo? es una de las preguntas a la que se tendrá que enfrentar el individuo en ese momento puntual de su existencia, en el que un cambio o una pérdida le hicieron perder el camino, y no le permiten seguir actuando como lo hacía antes, ni mantener los antiguos proyectos; obligándolo a ver la realidad desde una nueva perspectiva que le permita encontrar una salida y poder cambiar a la par de las circunstancias.

¿Es un ser humano o se siente un objeto que se puede manipular? ¿Se atreve a ser él mismo o hace lo que hacen los demás por miedo a perder? ¿Tiene objetivos propios o son los mismos de otros? ¿Se siente bien con él mismo o no le agrada su persona? ¿Se siente querido o rechazado? ¿Vive en el presente, en el pasado o en el futuro?

¿Dónde estoy? Significa tener una respuesta personal sobre el mundo, ¿Qué significa para él?, ¿Cómo lo percibe?, ¿Qué visión de la realidad tiene?, ¿Se siente cómodo o siente que el mundo es un obstáculo para él? ¿Cree en la suerte o en Dios? ¿Cómo es el otro para él? ¿Compite o se deja llevar por lo que le gusta sin medir fuerzas? ¿Cómo se defiende?

¿Hacia dónde voy?, indica el proyecto de vida, la posibilidad de imaginarse en el futuro, sus objetivos y propósitos, su actitud frente a las expectativas sociales y familiares y sobre la vejez y a la muerte.

Estas tres preguntas son claves para orientarse en la vida, y por supuesto no tienen una contestación objetiva sino estrictamente subjetiva y única, porque dependen únicamente de cada uno.

¿Alguna vez ustedes fueron capaces de hacerse estas tres preguntas, o en cambio han decidido dejarse llevar por la vida sin conocerse, ni saber bien dónde están parados y sin ningún proyecto de futuro?

Si nunca pensaron en esto, es hora que se detengan, tengan la edad que tengan, porque son preguntas que hay que reiterarse en cada etapa de la vida.

Tienen que pensarlo para poder ser coherentes, o sea ser capaces de Ser, pensar y decir lo mismo en función a sus propios valores y en definitiva, ser fieles a ustedes mismos.

De lo contrario, no serán personas estables, que son las que se comprometen con una postura, y tampoco serán creíbles, su opinión no será tenida en cuenta y podrán ser manipulados, utilizados y esclavizados.

Ser seres pensantes es saber qué es lo que les está pasando en un momento dado y poder hacer un cuadro de esa situación para poder tomar decisiones racionales que no les hagan daño a ustedes ni a nadie.

Es tener conciencia de los propios actos, y hacerse responsables; y si se cometen errores, si son involuntarios, no importa, porque nadie es perfecto; pero si fue una conducta impulsiva sin reflexionar, sabiendo que podían dañarse a ustedes mismos o a otros, tendrán que cargar con la aflicción para siempre, porque perdonarse a uno mismo es lo más difícil en este mundo y después de la muerte, si existe otra vida, arrastrarán ese karma hasta que finalmente en alguna reencarnación puedan tomar conciencia.

El karma, que para los orientales son los condicionamientos de vidas pasadas, para los occidentales son los pecados que el alma tiene que pagar, después de la muerte del cuerpo, en el Purgatorio, si son leves, pero con la muerte eterna si son pecados mortales cuando la muerte nos sorprende sin antes arrepentirnos.

Para los que creen que después de muertos no hay nada, basta una sola vida para sufrir con la culpa, porque todos, hasta el más cruel e insensato siente culpa por lo que ha hecho. Porque el sentimiento de culpa lo hemos heredado de Adán y Eva, que fueron los que pecaron por primera vez por querer ser como Dios y desobedecerlo, y por lo que fueron condenados a que desde ese momento se arreglaran solos.

La culpa heredada es la consecuencia de la falta por no hacer lo que Dios manda; y se experimenta normalmente como el anhelo de perfección que tiene el hombre que jamás se concreta.