Jerarquías sociales




Los humanos no podemos compararnos con las ratas, sin embargo, no dejan de sorprendernos ciertos estudios con estos animales, que tratan de investigar qué es lo que determina las jerarquías en esta especie.

Si dos ratas adultas del mismo sexo comparten una jaula, después de algunos minutos, la más grande será la dominante.

Este fenómeno también se registra naturalmente en otras especies.

Pero si tomamos varias ratas después del destete, todas de familias similares y del mismo tamaño, igualmente se establece una jerarquía y no existen elementos que puedan explicar los factores que determinan estas conductas.

Sin embargo, también se pudo observar, que estas jerarquías no son rígidas porque se pueden modificar.

Las ratas recién distinguen su posición en los grupos después de la pubertad; y lo manifiestan, entre otras cosas, tomando el primer lugar para comer y beber.

Lo extraño es que no existen evidencias observables, como por ejemplo, distinto peso, diferente actividad o tamaño, que indiquen cuáles son las señales que determinen los distintos comportamientos.

Estudios realizados a largo plazo demostraron diferencias en las crianzas de las ratas. Algunas ratas madres suelen ser muy solícitas y atentas con sus crías mientras otras no tanto; y estos factores parecen incidir decididamente en su posición jerárquica futura.

Las ratas que fueron más cuidadas por sus madres tienen más confianza, menos estrés ante situaciones nuevas y mejor rendimiento general, características que le permiten afianzarse cómodamente en un rango social más alto.

Las ratas que han sido descuidadas por sus madres en cambio, se muestran más inseguras, tienen un menor rendimiento, sufren mayor estrés ante los cambios y más temor ante situaciones nuevas y hasta en sus mismas jaulas.

Sin embargo, cualquiera sean los elementos que influyen en la posición social de las ratas, la observación indica que estos factores muestran gran plasticidad y pueden cambiar.

Si extrapolamos estos resultados a la especie humana, queda una esperanza para aquellos poco afortunados en sus crianzas.

Fuente: Investigación y Ciencia, Mente y Cerebro, “Jerarquías entre iguales”, David Dobbs., Edición No.40/2010