La Libertad bien entendida




Somos seres libres para elegir todo en nuestra vida, inclusive con quienes nos relacionamos; y en esto tenemos que tener especial cuidado, porque la mayor parte de los problemas que nos acosan a diario tienen que ver con nuestras relaciones personales.

No se trata de vivir aislados, porque somos seres sociales por naturaleza, pero muchas veces nos vinculamos con personas que nos afectan, que pueden bloquear nuestro desarrollo y limitar nuestros proyectos; porque les creemos y les otorgamos demasiada importancia a lo que piensan y dicen; y esa creencia puede representar para nosotros renunciar a nuestros sueños.

Para evitar que las personas influyan en nosotros en forma desfavorable es necesario aplicar el propio criterio, aprender a discernir, escuchar nuestra voz interior y creer en nosotros mismos, porque la persona se va revelando a partir de sus actos y sólo cuando deja de existir se define.

Somos los artífices de nuestro destino y nadie puede conocer nuestro verdadero potencial ni la capacidad que tenemos para concretar nuestros proyectos, ni siquiera nosotros mismos.

Puede que nos hayamos equivocado muchas veces, pero nadie tiene el derecho de privarnos de volver a intentar llevar a cabo lo que deseamos.

Muchos se quejan porque creen sentirse prisioneros de otras personas que aman, pero nadie puede obligarlos a hacer su voluntad con la amenaza de quitarles el afecto, porque eso sería extorsión y precisamente falta de amor.




No son los otros los que nos hacen sus prisioneros, somos nosotros mismos, pero respondemos a presiones presiones internas y externas y creemos en esos mandatos como si fueran órdenes.

No son sólo nuestros seres queridos, amigos o conocidos los que intentan intervenir en nuestras vidas, sino también los medios de comunicación, la propaganda y las modas.

¿Por qué la gente confía más en otro que en sí mismo? ¿Por qué le otorga más valor a la opinión ajena que a la propia?
Los otros también se equivocan y dejarlos intervenir en nuestras vidas es decisión nuestra.

La gente que nos rodea necesita límites y sólo se atreverán a avasallarnos si nosotros le damos el poder para hacerlo.

Tenemos que liberarnos de las relaciones que pretenden influir en nuestras decisiones personales y atrevernos a ser libres.

Es necesario aprender a tener vínculos sanos y evitar tener gente a nuestro alrededor que pretenda gobernarnos, utilizarnos o manipularnos sea cual sea el propósito.

Elegir las amistades implica estar dispuesto a dar y a recibir, a no dejarse invadir, a respetarse mutuamente, a aceptar los defectos y a reconocer las virtudes, a ayudarse mutuamente y a no dejarse usar o perder la libertad para mantenerlas.