Marcapasos Cerebral




El neuroimplante consiste en implantar electrodos fijos en el cerebro para el tratamiento de enfermedades como el Parkinson y otros trastornos de la tonicidad muscular. Hoy también se está utilizando para pacientes con depresiones graves.

La estimulación cerebral profunda, por medio de electrodos, significa insertar un electrodo de 1,2 milímetros de espesor, fijo y controlado, de tres a cinco voltios, equivalente a la energía de una pila de linterna de aproximadamente 130 herz, con la función de suspender la excesiva actividad de las neuronas de distintas áreas del cerebro que causan trastornos neurológicos o psicológicos.

El neurocirujano Volker Sturm, nacido en Heidelberg en 1943, director de la Clinica de Estereotaxia y Neurocirugía Funcional de la Universidad de Colonia; desde hace catorce años está realizando implantes de “marcapasos cerebrales” en pacientes con Parkinson; y actualmente está utilizando la misma técnica para el tratamiento de la ansiedad o del síndrome de Tourette.

La zona del cerebro que recibe impulsos débiles de alta frecuencia es muy específica e influye solamente en los circuitos neuronales afectados.

El tratamiento es indoloro y no lesiona los tejidos cerebrales, se realiza con anestesia local insertando una sonda con aparatos de alta precisión, por donde se introduce el electrodo hasta alcanzar el punto correcto con gran exactitud.

A pesar de la aparente sencillez de la operación, el procedimiento puede durar hasta seis horas, debido principalmente a los complejos cálculos que hay que hacer y a la necesaria preparación del paciente.

Por lo general, los tratamientos son de por vida, aunque aún sea muy pronto para afirmar que no haya ninguna posibilidad de curación total.

El marcapasos cerebral es parecido al cardíaco, se implanta en el músculo pectoral, bajo la piel, desde donde salen dos cables subcutáneos, que continúan detrás de la oreja y de la cabeza, donde se conectan con los electrodos profundos.

La batería dura mucho tiempo y se puede reemplazar cuando se agota, mediante una operación muy sencilla con anestesia local.
Los pacientes pueden regular el funcionamiento del marcapasos cerebral por si mismos, dentro de determinados parámetros; y hasta pueden desconectarlos del todo, según como sea su estado y volverlo a conectar si lo necesitan.

Los efectos secundarios pueden ser hemorragias, en pacientes con un estado general muy deteriorado, o muy ancianos, pero no hay límite de edad para realizar este tratamiento.

Estas operaciones se realizan solamente después de haber agotado todos los demás recursos farmacológicos o psicoterapéuticos existentes.

La estimulación cerebral profunda no es todavía una cura, pero sí hace desaparecer los síntomas y le permite al individuo hacer una vida normal.

También puede ser una esperanza para las personas con drogodependencias.

Fuente: “Mente y Cerebro”, Neuroimplantes, entrevista al Dr. Volker Sturm, por Andreas Jahn. No.42/2010.