Un caso de ataque de pánico




Mery se afanaba con los últimos preparativos para el viaje. Esa noche , emprendería el regreso a casa junto con su madre, luego de haber pasado unos días en casa de su única hermana radicada en la provincia de San Luis desde hacía muchos años.

Posiblemente sería el último viaje de la anciana que ya había cumplido 89 años, quien ya comenzaba a mostrar signos de deterioro físico y mental debido a la edad avanzada.

Mery sabía que le esperaba la incógnita que representaba la pérdida de facultades mentales de su madre, principalmente el hecho de tener que afrontar sola la responsabilidad de tomar decisiones difíciles sin ningún apoyo cerca.

Llegaron a la estación temprano, el tren salía a las 22 y faltaba más de una hora para la salida. Su hermana, su cuñado y sus sobrinos las acompañaron para despedirlas.

Fueron a la confitería para hacer tiempo a tomar algo y pasaron todos juntos un buen rato.

Por fin llegó el tren y se acomodaron en el vagón de primera clase. Los asientos eran reclinables y muy confortables y por suerte no hacía calor, porque no funcionaba el aire acondicionado.

Todo estaba bien, su madre estaba contenta y no se habían olvidado de nada, sin embargo, Mery se sentía intranquila, parecía que no sería capaz de disfrutar del viaje.

En efecto, ni bien el tren abandonó la estación,  un sudor frío la cubrió por completo, su corazón parecía saltarle en el pecho, sintió que algo terrible iba a pasar, le faltaba el aire, se daba cuenta que ya no era posible bajar del tren y se asfixiaba,  no podía tolerar estar allí encerrada y creía que estaba a punto de perder el control y la razón y se sentía morir.

No obstante, Mary no mostró en ningún momento cómo se sentía, sólo cerró los ojos y trató de relajarse mientras se repetía mentalmente a si misma que estaba bien.

Un ataque de pánico le puede ocurrir a cualquiera, ya que no necesariamente hay que sufrir de alguna patología para sufrirlo, pero sí suelen padecerlo quienes tienen una personalidad con características obsesivas que de pronto están atravesando circunstancias de mayores exigencias y se sienten de algún modo presionadas, con el temor de no poder hacerles frente y perder el control, preocupadas por su rendimiento y eficiencia, por su deseo de hacer lo mejor, de no fallar y por el miedo al fracaso y a la pérdida.

La mayoría de las veces ocurre debido al estrés, pero también puede manifestarse debido a desequilibrios orgánicos.

Los síntomas son tan espectaculares para el que lo está viviendo que puede interpretar que se trata de un ataque al corazón o de algún problema vascular o respiratorio.

Mery pasó unos escasos minutos en el infierno sin que nadie se percatara y afortunadamente fue recuperándose hasta recuperar el equilibrio y tranquilizarse completamente.

Los ataques de pánico tienen solución en poco tiempo, si la persona se somete a un tratamiento combinado, farmacológico y psicoterapéutico. Sin embargo muchos no lo saben y continúan no sólo padeciéndolos sino con el temor de sufrirlos.

Ese miedo irracional, hace que disminuya la calidad de vida, se resistan a salir, a viajar, a hacer las cosas que habitualmente hacían y se vuelven retraídos y solitarios.

La terapia cognitiva es la más adecuada. La persona tendrá que enfrentar la situación que teme de a poco hasta llegar a desensibilizarse totalmente; además deberá aprender a abandonar el control, a dejarse llevar, a no adelantarse a los acontecimientos y tener más confianza no sólo en si misma sino en los demás y en el curso normal de los acontecimientos.