La Falsedad


Según estudios científicos realizados por el psicólogo Robert Feldman de la Universidad de Massachusetts el sesenta por ciento de las personas son capaces de decir un promedio de tres mentiras cada diez minutos cuando tiene que tratar con un extraño, además de incurrir en omisiones y exageraciones.

Estos estudios se realizaron con una cámara oculta entre estudiantes voluntarios de ambos sexos, revelando que tanto los hombres como las mujeres, en esas mismas circunstancias, son falsos por igual, pero por distinto motivo; los hombres para dar una mejor impresión y las mujeres para hacer sentir mejor a su interlocutor.

La sociedad parece exigir decir mentiras para lograr una mejor adaptación y sentirse aceptado, dando una imagen diferente de sí mismo, creyendo que la auténtica será rechazada.

Según informa Agustín Ibáñez, director del Laboratorio de Psicología Experimental y Neurociencias del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco) y miembro del Conicet, desde el año 2001 se hicieron más de veinte trabajos de investigación para estudiar las bases cerebrales de la mentira y el engaño.

La mentira ocupa una vasta zona del cerebro, como la corteza pre-frontal, que son las que el cerebro necesita para realizar funciones cognitivas superiores.

Desde el punto de vista evolutivo, parece ser que las especies que no desarrollaron estrategias de engaño o mentira comprometieron su supervivencia.

Los monos por ejemplo son capaces de enviar señales falsas para engañar a sus rivales y quedarse con sus alimentos, pero no pueden engañar en forma estratégica, o sea inferir estados mentales de otros e inventar una falsedad a partir de esa inferencia.

Mentir requiere una elaboración mental compleja, porque hay que teorizar sobre cómo piensan los demás, algo que el ser humano puede hacer desde muy temprana edad.

Sin embargo, el cerebro parece estar organizado para decir siempre la verdad, ya que decir una mentira requiere mayor esfuerzo.

Las personas que se ajustan demasiado a la verdad pueden tener problemas de adaptación en su medio, debido a que es necesario adoptar modelos que no son los propios.

Por ejemplo, las personas que sufren del síndrome de Asperger o Autismo, se caracterizan por la absoluta falta de mimetismo social, conducta que produce dificultades con los vínculos.

Las mentiras pueden ser muchas y tener distintos motivos y algunas pueden ser patológicas y muy destructivas.

La psicóloga Adriana Guraieb, de la Asociación Psicoanalítica Argentina afirma que mentir puede ser una forma de defenderse de la amenaza real o fantaseada de sufrir alguna pérdida, como perder la imagen, el propio espacio o un afecto.

Todos alguna vez hemos mentido a nuestros familiares y relaciones más cercanas, también se miente para agradar, para beneficiarse, para evitar consecuencias desagradables y para eludir responsabilidades, son las famosas excusas que algunos ponen para no cumplir con sus obligaciones.  Pero las mentiras más peligrosas son las que intentan manipular para perjudicar a otro, proyectando las culpas propias.

Existen mentirosos profesionales que se deleitan en mentir y se regodean con los resultados, son los estafadores.

La Lic. Guraieb agrega que hay muchos motivos para mentir pero el más poderoso es el miedo que hace que una persona mienta en forma compulsiva.

En casos extremos produce gran ansiedad y la necesidad de seguir mintiendo hasta el límite de no distinguir entre mentira y verdad perdiendo el sentido de la realidad y convirtiéndose en un mitómano.

Para algunos, mentir es un hábito para sacar ventajas a corto plazo; pero con el tiempo esa persona deja de ser creíble, termina con la confianza de los otros y generalmente también con las relaciones.

Paul Ekman, psicólogo norteamericano y profesor durante más de treinta años en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de San Francisco; elaboró la teoría de las microexpresiones.

Las microexpresiones son las expresiones faciales que son comunes a todas las culturas y que no se pueden simular.

La teoría de Ekman es de tal eficacia que hoy en día su empresa es contratada por organizaciones del gobierno para resolver crímenes y estafas y es uno de los asesores de los guionistas de la serie “Lie to me”.

Para Ekman, el instrumento más eficaz para llegar a la verdad es el lenguaje no verbal porque se puede mentir con las palabras pero no con los gestos, el tono de la voz y la postura del cuerpo.

Obviamente estamos diseñados para decir siempre la verdad y cuando mentimos el cuerpo nos traiciona.



Fuente: “La Nación Revista”, “Mentime que me gusta”, María Gabriela Ensinck, Octubre 2010.