Lo imprevisto cambia la perspectiva




A veces la vida nos pone a prueba y nos enseña cómo pueden cambiar las cosas cuando alguien se enferma.

Una enfermedad imprevista se va gestando de a poco; aunque el cuerpo intente por todos los medios de conservar la salud a toda costa.

Sin embargo, son tantas las energías que se gastan para lograr que la enfermedad les permita a algunos hacer lo que no pueden estando sanos, que es por fin descansar, a pesar de ellos, que finalmente esta contienda entre el cuerpo y la mente termina siempre de la misma manera; la mente gana y el cuerpo se enferma.

Por alguna razón oculta o no tanto, una conducta que puede afectar la salud, algunos la siguen haciendo a pesar de los trastornos a los que se arriesgan. Una fuerza poderosa les impide razonar y ver lo que es obvio, cuando todos alrededor pueden leer con facilidad su futuro.

Cuando alguien se enferma y su enfermedad es lo suficientemente grave como para temer que la muerte se lo lleve, el futuro irrumpe de improviso y se convierte en presente y todo proyecto ulterior desaparece. La vida cambia como por encanto y todo parece derrumbarse alrededor como un castillo de naipes.
La posibilidad de la muerte puede cambiar biografías, historias y relaciones, escenografías y estilos de vida.

El que queda tiene que tener el coraje de empezar de nuevo, pedir cartas otra vez, si está dispuesto a seguir jugando a pesar de que ya es de madrugada y casi todos los que estaban en la mesa de juego ya se han ido.

Y si ya no le quedan energías para recuperarse de la pérdida, sólo le resta regodearse en el dolor hasta quebrarse como una hoja seca y terminar siguiendo a aquel que no acusaba las señales de cansancio de su cuerpo y que empeñándose en demostrar su fuerza, se quedó sin ellas.

No vale la pena luchar contra los molinos de viento, porque no son lo que uno piensa ni tienen tanta importancia como para jugarse la vida. Porque la vida es lo que está pasando ahora, en este preciso momento y dura sólo un suspiro y todo lo que imaginamos que viene después es pura quimera.

Después no hay nada, todo es ahora, sin embargo la mayoría de nosotros se empeña en vivir en el futuro que es incierto, dejando de lado el presente que es lo único verdadero.

No dejemos nada sin hacer para mañana, hagámoslo hoy, porque es más tarde de lo que creemos. No nos dejemos llevar por nuestras obsesiones y abandonemos nuestra necesidad de demostrar a los demás que valemos; dejemos de acumular y de aparentar, prestemos más atención a los afectos y digámosles cuánto los queremos.