El Shintoísmo




El Shintoísmo es una religión que proviene de la antigua tradición japonesa, que venera a las divinidades de la naturaleza, de los antepasados y de los niveles superiores de existencia.

Se remonta a la edad antigua, cuando aún se veneraban los fenómenos naturales.

Aunque no se conoce quién fue su fundador, ni hay nada escrito, ni se trata de un dogma rígido, el Shintoísmo se encuentra enraizado en la cultura japonesa e influye en el comportamiento, en los valores y en la cosmovisión.

La palabra “shinto”, significa vía de los kami, que significa divinidades y el concepto central de esta religión es que los dioses, la naturaleza y el hombre tienen el mismo origen divino y se relacionan estrechamente.

Esta cosmovisión hace que los japoneses tengan confianza y seguridad, sean respetuosos con todo lo que existe, tengan conciencia de continuidad eterna y un alto sentido del deber, cualidades que se fortalecieron con la influencia del Budismo y del Confusianismo.

El Shintoísmo no tiene la intención de convertir al mundo, ni de juzgar a otras religiones, por esta razón ha quedado dentro de los límites de esa cultura.

Es una creencia que a pesar de haber sufrido lógicas evoluciones a lo largo de los siglos, es expresión de una religiosidad natural que participa en la forma de encarar los problemas de la vida tanto públicos como privados y proporciona una respuesta sobre el enigma de la existencia, sobre la muerte, la vida comunitaria, la organización social, la política, las festividades y la estética.

El Shintoísmo valora los rituales, los antepasados y la naturaleza, aspectos de la realidad que considera sagrados.

A pesar de tratarse de una creencia muy antigua, aún perdura en forma oficial y legal en la vida moderna actual de Japón.

Hasta 1945, al finalizar la segunda guerra mundial, el Shintoísmo fue la religión nacional de Japón, que consideraba al emperador una divinidad o kami y que pretendía distinguir la cultura japonesa, de las culturas occidentales y de la china, mediante las virtudes de la sencillez y la pureza de espíritu. Pero durante la postguerra, fue despojado de su carácter político, recuperando su papel esencialmente ritual y comunitario.

Aunque no cuenta con un libro sagrado con revelaciones sobrenaturales sobre su dogma, sí existen importantes textos que narran hechos de la antigüedad, con crónicas, leyes, leyendas, historias, oráculos y enseñanzas.

En el Shintoísmo, el concepto de divinidades, que son infinitas, representan las fuerzas vitales que animan el universo, el origen de la vida humana, de la naturaleza y de todo el cosmos.

Todo lo que es extraño, mágico, misterioso, peligroso o relevante es considerado kami o divino, como por ejemplo, los emperadores, las personas ilustres o fuertes, los genios, los guerreros, etc., y además todos llegan a ser kami después de muertos, porque hay algo que sobrevive que es eterno.

Para el Shintoísmo no existe el fin del mundo sino una evolución eterna; y como los hombres descienden de los dioses, en este mundo tienen que alinear su conducta a la de sus antepasados divinos; siendo esenciales las virtudes de la honestidad, la benevolencia y la pureza.

Fuente: “Un mundo mejor”, número 12, Julio 2011.