Longevidad


El cineasta portugués Manoel de Olivera, de 102 años, se prepara para rodar una nueva película en París, con la participación de las actrices Claudia Cardinale y Jeanne Moreau.

Esta noticia singular, confirma una vez más que la creatividad no tiene edad y que las neuronas no se agotan con los años sino que parecen tener la suficiente plasticidad como para mantenerse productivas y eficaces largo tiempo.

Este afamado director se ha dedicado a dirigir películas de largometraje desde el año 1931 y ya lleva realizados más de cincuenta films.

Estoy convencida que la vejez es más un estado de ánimo que una etapa de la vida, porque se puede ser viejo siendo joven y ser joven siendo viejo.

Llegar a viejo por lo tanto no es lo mismo que ser viejo, más bien designa un lapso de tiempo que para todos se mide en años y significan las mismas horas, minutos y segundos de vida, pero sin embargo difieren en la forma en que ese tiempo se ha invertido.

Lo que más se admira de la gente añosa es la ganas de seguir viviendo, tal vez con más entusiasmo que muchos jóvenes que pierden su tiempo imaginando el apocalipsis.

Puede que este ejemplos le sirva a todas esas personas sin esperanzas,  que abandonan antes de empezar, para creer que mientras se tienen proyectos la vida continúa, porque el cuerpo está diseñado para seguir viviendo todo lo que desea la mente.

El espíritu creador no se rinde y contra todo supuesto o ejemplo contrario emerge radiante dispuesto a materializarse a través de quienes desean mantenerse conectados con el mundo sin importar la edad que tengan.

Los artistas son las personas que más probabilidades tienen de vivir mucho tiempo, porque pueden reinventar el mundo, imaginar lo que no existe, proyectar todas sus fantasías a través de su arte y  rescatar las esencias de las apariencias.

Más que cuidar los órganos y preocuparse por el cuerpo, es imperativo con los años mantener el buen caracter, la capacidad de sorprenderse y no considerarse de vuelta de todo, porque la vida más bien es un viaje sin destino fijo y siempre, hasta el último día, seguimos aprendiendo.

Llegar a vivir muchos años es un privilegio que tienen pocos y que revela una actitud: seguir adelante sin miedo construyendo la propia vida contra viento y marea, creyendo en sí mismos y sin dejarse doblegar ni influenciar por nada.