Una película imperdible


Frost-Nixon es una de las pocas películas imperdibles que recomiendo, proyectada recientemente por el Canal ISat.

Dos grandes actores protagonizan este duelo que tuvo lugar hace más de tres décadas en la vida real y que logra mantener el interés del espectador hasta el último minuto.

Relata un momento decisivo en la vida pública de dos destacadas figuras, Richard Nixon, ex presidente de los Estados Unidos y David Frost, periodista y conductor de televisión británico de gran éxito en Europa, que en la cima de sus aspiraciones, cada uno en su respectivo quehacer, se enfrentan; uno, para intentar el más difícil de sus desafíos, lograr el reconocimiento como periodista en Estados Unidos al realizar una entrevista al presidente Nixon dos años después de su dimisión como presidente, con record de audiencia luego del escándalo del Watergate; y el otro, con la esperanza de revertir su imagen negativa después del escándalo y tener la posibilidad de volver a insertarse en el ámbito político.

Para que esta entrevista se llevara a cabo hubo una serie de obstáculos; además del riesgo que este evento público podía significar para ambos en sus respectivas carreras, circunstancias que aportan interés al relato.

El hecho comienza en 1972 al producirse el arresto de cinco hombres y el allanamiento de la sede del Comité Nacional del Partido Demócrata en las oficinas Watergate de Washington, que Nixon y su equipo ocultaron durante seis días.

Luego de atravesar por arduas investigaciones, dos años después, se comprobó el espionaje telefónico realizado sistemáticamente por miembros del equipo perteneciente al Comité de Reelección presidencial con la anuencia de Nixon y sus colaboradores, contra el Partido Demócrata.

Nixon se vio obligado a dejar el poder y se salvó de un juicio gracias al oportuno y discutido perdón recibido del presidente Gerald Ford quien lo sucedió en la presidencia por ser el vicepresidente durante su gestión.

Richard Nixon se prestó a esta entrevista en primer lugar por dinero, ya que recibió en total seiscientos mil dólares; y luego con la esperanza de salvar su carrera política y poder continuar en la lucha por el poder, revirtiendo eventualmente la opinión pública adversa después del escándalo.

La película enseña algo importante: que las personas como Frost, que saben hacer bien su trabajo y están plenamente identificados con él, suelen tener éxito en todo lo que emprendan, porque no se rinden a pesar de los obstáculos; y que muchas veces, hasta los hombres más destacados y aparentemente más seguros de sí mismos, como Nixon, pueden ser vencidos cuando pierden la coherencia interna enceguecidos por el poder, al no ser fiel a sus principios, al no respetar las bases de la estructura política que representan y al pretender hacer su propia ley.

Aunque la vida política significaba mucho para Richard Nixon, quien consideraba que la vida no tenía sentido para él sin importantes desafíos; su dimisión no le impidió vivir más de veinte años como un hombre retirado haciendo una vida ociosa que supuestamente no le gustaba.