Calcuta




Calcuta es un lugar de notables contrastes; por un lado tiene un enorme encanto, pero por otro su extrema pobreza hace doler el alma.

Diez y seis millones de personas viven en esta ciudad que todavía conserva casi todo lo que quedó del dominio británico: la arquitectura, la circulación del tránsito, el nombre de las calles y en parte el idioma.

En Calcuta el tránsito es caótico y el ruido de las bocinas enloquecedor.

La India es un país donde se hablan catorce idiomas y varios dialectos regionales.

Tiene en total mil doscientos millones de habitantes y económicamente actualmente se ha abierto al mundo.

En una parte de la ciudad de Calcuta, muchos de sus habitantes viven en las calles en condiciones paupérrimas; sin embargo su condición no es razón suficiente para borrarles su eterna sonrisa.

Es difícil de entender la aceptación de la gente a esta forma de vida precaria y su inexplicable alegría a pesar de sus circunstancias.

La gente nace, vive y muere en la calle, cocinan, duermen, lavan la ropa y se higienizan con el agua de las canillas que hay en algunas esquinas.

El río sagrado de la India es el Ganges y en las orillas de uno de sus afluentes que divide la ciudad se concentran los peregrinos para bañarse en sus aguas purificadoras.

Los mercados callejeros venden de todo y no es raro ver pasar una vaca que se pasea por la calle.

El clima es tórrido, 38º de temperatura y 90% de humedad todos los días en época de lluvias; el ruido es incesante y los olores de la basura, el smog, el humo de los braseros de carbón, los deshechos de personas y animales y el aroma de las especies, forman una combinación inigualable.

El pueblo indio es muy espiritual y la vida de su gente está llena de religiosidad.

Es en esta ciudad donde la Madre Teresa de Calcuta estableció la Casa del Corazón Puro, donde la orden de las Hermanas Misioneras de la Caridad atiende a los moribundos y los desamparados de Calcuta desde 1952.

En esta Casa las voluntarias le dan de comer al hambriento, visten al desnudo, dan de beber al sediento, brindan asistencia a los enfermos, albergan a los que no tienen techo; y por todo eso reciben sonrisas, abrazos y miradas de agradecimiento.

Calcuta fue la ciudad del célebre poeta Rabindranath Tagore, que recibió el premio Nobel de literatura en 1913.

Pero también hay una nueva Calcuta moderna y más occidental en las afueras, que enorgullece a este increíble pueblo.

Los habitantes de Calcuta nos enseñan que se puede vivir y estar contento no teniendo nada material, porque la alegría les viene de adentro.

Calcuta no sólo está en la India, está también en todos lados, incluso dentro de nosotros mismos.

Fuente: LNR “Calcuta tierra de viajeros”, Luis Moreiro, Jesús María Silveyra.