El Hijo Único



La vida moderna hace que las parejas cada vez más decidan de común acuerdo tener un solo hijo.

El trabajo de la mujer, la maternidad tardía y los hogares deshechos después de muy poco tiempo de convivencia son motivos suficientes como para que el deseo de tener una familia numerosa no sea el objetivo de la mayoría de las parejas.

En Europa ser hijo único ha dejado de ser la excepción para convertirse casi en la regla y como consecuencia, la población europea está envejeciendo.

Contrariamente a lo que se supone, el hecho de ser hijo único no indica necesariamente que será mal criado, consentido o sobreprotegido, porque ser criado entre adultos y no tener hermanos no son desventajas por sí mismas porque todo dependerá del niño, de la educación que sus padres le brinden y del tipo de relación que se establezca entre ellos.

Un niño sin hermanos puede tener algunas dificultades a la hora de relacionarse con otros niños, por esa razón es beneficioso que tenga oportunidad de alternar con otros niños de su edad desde muy chico.

Estos niños pueden tener poca tolerancia a la frustración cuando no están acostumbrados a enfrentar contratiempos, de modo que es bueno que tengan la oportunidad de resolver solos los pequeños problemas que se le planteen desde que comienzan a manejarse solos.

La sobreprotección es una tentación muy grande para padres grandes que tienen un solo hijo y es difícil que no le brinden una exagerada atención, que estén pendientes de él y que le den todo lo que pide sin discriminar si realmente lo necesita.

La sobreprotección es un problema porque hace que los niños sean inseguros, se vuelvan dependientes y no confíen en ellos mismos.

Un hijo único se acostumbra a no compartir sus cosas con nadie y puede crear un sentimiento de propiedad que lo convierta en un egoísta. Enseñarle a compartir con amiguitos sus juguetes y su casa es una buena táctica para evitarlo.

Tener un solo hijo invariablemente canaliza todas las expectativas de sus padres en él, por lo que puede convertirse en un niño muy exigido.

Lo mejor es evitar cargarlo con exageradas responsabilidades fomentando solamente el desarrollo de sus habilidades específicas y sin pretender que sea bueno en todo.

Estar entre adultos hace que un niño que se cría sin hermanos manifieste mayor madurez e incluso hable mejor que los niños de su edad, ya que tiene la oportunidad de recibir mayor estímulo y atención.  Además puede desarrollar características de liderazgo por estar habituado a ser el centro.

Es necesario que los padres le brinden protección y afecto manteniendo un sano equilibrio; le enseñen a compartir, alienten su autonomía aceptándolo como es,  teniendo en cuenta sus intereses;  ponerle límites claros, hacerlo participar en las tareas hogareñas, fomentar relaciones con otros niños y alentarlo a esforzarse para conseguir las cosas por sí mismo.

Y si el niño pregunta por qué no tiene hermanos lo mejor es decirle la razón verdadera.


Fuente: “El hijo único”, Marta Elena López, Ed. Norma