La aparición de la sincronicidad


Existe un estado de la mente y el cuerpo que favorece la aparición de sincronicidades.

Detrás de toda situación atípica puede estar escondida la pista para algo que ni siquiera podemos imaginar y la primera corazonada que tenemos, puede indicar el camino correcto que debemos seguir.

Los hechos sincrónicos suceden sin esfuerzo, con una actitud relajada de atención e intención (energía e información), dejando que la naturaleza fluya como siempre lo ha hecho,  ya que se ha formado a partir de un número inimaginable de coincidencias increibles.

Nunca hay que nadar en contra de la corriente, ni oponer resistencia a los hechos, lo que hay que hacer es seguir la corriente, sin preocuparse y darle importancia a nuestra intención.

El cansancio del cuerpo y la mente es otro de los ingredientes que favorece la aparición de los fenómenos de sincronicidad, porque el cansancio logra romper el bloqueo para percibir las señales externas.

El cansancio suspende el diálogo interno y predispone a tener percepciones intuitivas que aportan soluciones; porque el maestro interior sólo se escucha cuando se logra silenciar la mente.

Cuando se suspende el juicio el mundo parece detenerse y en ese singular estado de silencio interno la persona puede comenzar a funcionar en un nivel distinto de conciencia, dejando de depender de los sentidos y logrando la libertad total.

Lo mismo que proponen los chamanes americanos es lo que logran en Oriente por medio de la meditación, con el propósito de encontrar respuestas iluminadoras y comunicarse con otros niveles de organización de la vida.

La experiencia nos muestra que la creatividad y los recuerdos se avivan cuando dejamos de pensar en el tema y abandonamos la búsqueda de soluciones.

Cuando dejamos de pensar, la mente parece seguir trabajando en forma automática sin intervención del pensamiento racional para, de improviso, sin esperarlo, darnos la respuesta que buscábamos.

Pero no solamente se necesita saber qué es lo que buscamos sino que eso que buscamos tiene que coincidir con el propósito del universo, o sea estar en el lugar y en el momento correcto.

Todo esto nos lleva a una pregunta crucial:

¿Existe una inteligencia que tenga un propósito que se ocupe de acomodar los acontecimientos para que los seres humanos que tengan la capacidad de conectarse con ella pueda realizar, con corrección, un descubrimiento;  o todo es cuestión de probabilidades?

Es evidente que existe una fuerza con la suficiente inteligencia como para hacer que se manifieste en el mundo de la materia un acontecimiento, que tenga además el poder de planear y organizar las coincidencias que darán las soluciones para favorecer la evolución; y es el  fenómeno de la sincronicidad el que hace posible la conexión entre la mente y la materia, la psique y la física.

Estamos tan acostumbrados a dividir lo interno de lo externo que nos hemos convencido que no formamos parte de la naturaleza y que no podemos esperar nada del afuera porque todo depende de nosotros.

Sin embargo, existe el ser que mira el mundo material a través de los sentidos, un ser hecho de espacio y tiempo que se percibe como alguien singular encarnado en un cuerpo y además existe el ser que está fuera del espacio y el tiempo, que es solamente conciencia, que se encuentra detrás de toda experiencia.

La sincronicidad une esos dos mundos y nos permite experimentar que todo forma parte de la misma totalidad.

La prueba, que es algo difícil de comprender hasta que se logra vivenciar; es que lo que existe en el alma como idea llega a materializarse en el mundo físico, algo que todavía nos parece mágico o milagroso.

Fuente: "El misterio de las coincidencias", Eduardo R. Zancolli, médico.