Lección de Vida




Se puede alcanzar el estado de iluminación o al estado de gracia por distintos caminos; a través de la meditación, o de improviso en una situación cercana a la muerte o por medio del sufrimiento como los antiguos mártires; porque cuando un ser humano llega al límite y no se puede caer más bajo o cuando la vida se extingue, aparece la luz de la esperanza que permite nuevamente aferrarse a la vida, empezar de nuevo y seguir viviendo de otra manera diferente.

Camilo Blajaquis vivió esta experiencia y su vida cambió cuando sintió la necesidad imperiosa de encontrar algo que lo salvara de un previsible final trágico.

Condenado a permanecer cinco años en un reformatorio por participar en un secuestro extorsivo; luego de tres años de sufrimiento y desesperación en cautiverio, descubrió el poder de las palabras y comenzó a escribir.

La escritura al principio le sirvió de catarsis, porque logró expresar toda su bronca, angustia, resentimiento, dolor y soledad, viviendo al lado de otros que como él compartían el mismo destino.

De origen muy humilde y obligado a vivir en un barrio marginal, la cárcel era para él la amenaza que lo acechaba como una sombra, porque le resultaba fácil imaginar que al haber elegido el mal camino tarde temprano estaría entre rejas.

Sin embargo, para Camilo la cárcel a la larga se convirtió en su escuela, porque de pronto pudo aferrarse a los libros y todas las noches se refugiaba en la lectura con un diccionario al lado y de esa forma las paredes de su encierro que lo agobiaban parecieron agrandarse.

Fue un profesor de magia que daba un taller quien despertó su interés por las letras mezclando sus trucos con textos y narraciones de autores célebres. Él fue el que lo acercó a los libros, el que lo ayudó a conocer autores y estilos y el que le enseñó todo lo que no sabía y se convirtió en su amigo.

Conoció gracias a él a Rodolfo Walsh, Jorge Masetti, Roberto Arlt, Kafka, Nietzsche y esa amistad lo ayudó a ser hoy quien es.

Ahora piensa que si el amor por la literatura le salvó la vida pueden salvarse otros, por eso decidió cambiar el rumbo de su destino y hoy se dedica a dictar talleres literarios a chicos que como él provienen de contextos vulnerables.

Consiguió un trabajo en la Dirección de Arte y Cultura del Municipio de Morón, donde está a cargo de un taller literario que lo llena de felicidad.

Con el pseudónimo de César González fundó la revista “Todo piola” y es autor de la antología de poemas “La Venganza del cordero atado” y próximamente la editorial Tinta limón publicará su segundo libro titulado “Crónica de una libertad condicional”.

El taller es un lugar de encuentro de jóvenes entre trece y veinte años, que arrastran historias conmovedoras, y que encuentran en ese espacio la oportunidad de dialogar, debatir y relacionarse como seres humanos pensantes que se atreven a crear y que se animan a volar con la imaginación.

Camilo ya no es más la oveja negra de su familia porque hoy está dispuesto a reparar todo el sufrimiento que le causó a su madre y quiere reparar su error y seguir estudiando.

Está convencido que la inteligencia puede derribar todas las paredes y quiere que todos los que han pasado por experiencias como la de él, sepan que se puede, porque siente que este es su propósito en la vida.

Fuente: Diario “La Nación”; Sección Comunidad, “Del encierro al amor por las letras”, Soledad Avaca Cuenca.