Héroes anónimos


Para ser un héroe no es necesario salvar vidas, realizar hazañas épicas ni destacarse mundialmente; porque un verdadero héroe es el aquel que no le tiene miedo a la vida, puede seguir adelante a pesar de los problemas y aún le sobran fuerzas para ayudar a los demás a hacer lo mismo.

Todos nacemos héroes, porque para poder nacer tuvimos que ganarle la carrera a muchos miles de espermatozoides que también se esforzaron para vivir, pero que por alguna razón que ignoramos, se quedaron atrás y no lo lograron.

El ser humano es un sobreviviente, un héroe anónimo que todos los días tiene que enfrentar nuevos desafíos, ganar y perder batallas y realizar alguna hazaña en la jungla de asfalto.

Los héroes anónimos se adaptan, no se quejan ni culpan a nadie de su situación, tienen coraje y valentía porque traen en sus genes el resultado de millones de años de evolución.

Un despido, una pérdida afectiva, un fracaso sentimental, un mal negocio, una desilusión, una crisis, un dolor, todo eso y mucho más, puede enfrentar un héroe anónimo sin derrumbarse.

El héroe es el que persigue un ideal, el que no renuncia ante las dificultades, el que sigue adelante sin mirar atrás; porque el héroe tiene una motivación y en ello está la diferencia.

Un héroe es el que está dispuesto a morir todos los días para volver a renacer fortalecido; jamás abandona la búsqueda, confía en sí mismo y ama la vida como es.

No se aferra a nada, puede soltar, dejar atrás el lastre que no lo deja avanzar y no le teme a la incertidumbre.

Acepta lo que parece no tener explicación y sigue adelante sin flaquear aunque no pueda entenderlo,

El héroe conoce y acepta su propia sombra, es capaz de dar y recibir amor y en su humildad y vulnerabilidad está su grandeza.

Fuente: “Héroes cotidianos”, Pilar Jericó.