Amores que matan




El amor es un sentimiento ambivalente que se puede convertir en odio por distintos motivos.

Pero las grandes tragedias pueden ser el resultado de amores enfermos, donde las víctimas no se dan cuenta a quién tienen al lado, porque ellas también están enfermas.

Estas mujeres se desprecian a sí mismas, creen que se merecen esa relación. Son personalidades débiles, dependientes, que se dejan engañar, maltratar y castigar y luego perdonan o no reaccionan porque pueden tener miedo de una represalia.

Sus vidas pueden ser un calvario, muchas veces pasan años sometidas bajo el dominio de una personalidad perversa, dispuestas a sufrir vejámenes y abusos y siendo esclavas de ellos.

Muchas han permanecidos décadas encerradas con sus hijos sin poder hablar con nadie.

Los monstruos que las esclavizan sienten placer de dominio, son seres inestables emocionalmente que tienen dificultades para controlar sus impulsos y cuando perciben una agresión, un intento de independencia o una conducta en ellas que lo afecta de algún modo, pueden responder con violencia extrema y llegar a matarlas.

Pero también pueden cometer actos violentos y deliberados, incluso premeditados aunque hayan tenido tiempo para reflexionar, un comportamiento perverso con la intención de causar daños graves o la muerte al que lo ha ofendido con el peor de los sufrimientos.

En Argentina las mujeres que han perdido la vida después de las quemaduras infringidas por sus parejas después de una pelea doméstica, son muchas.

Morir debido al daño sufrido por quemaduras es una de las muertes más dolorosas que existen, lo que nos lleva a pensar que los que se atreven a cometer un crimen de esta naturaleza lo más probable es que no estén en su sano juicio.

Son personas enfermas que seguramente han sido castigadas y abusadas aunque esto no signifique que su conducta esté justificada.

Son ampliamente responsables de sus crímenes porque se trata de psicópatas que tienen un razonamiento perfecto pero que parten de premisas falsas.

Como Hitler, que lograba convencer con las palabras a las muchedumbres con sus delirios, y que por otro lado fue capaz de cometer un genocidio.

Los psicópatas son sádicos, no tienen valores incorporados, o sea no tienen conciencia del bien y del mal y se mueven con valores propios que no coinciden con el resto de la gente, por lo que son capaces de cualquier cosa.

El peso de la ley tiene que caer en forma implacable para que estos sujetos no tengan jamás otra oportunidad de engañar, maltratar y cometer otro crimen, oculto detrás de una máscara de persona normal, agravado por el vínculo.

El psicópata no se cura porque sufren un grave problema de personalidad que es irreversible, no tienen sensibilidad ni valores, no sienten nada, como si tuvieran su sistema emocional bloqueado.

Estas personas son las protagonistas de los crímenes más sangrientos y crueles, y pueden parecer ángeles. Son muy inteligentes, casi brillantes y pueden llegar a destacarse.

Esta es una distorsión de la personalidad que es muy difícil de diagnosticar, porque parecen personas normales que tienen un discurso que se caracteriza por su lógica.

Podemos estar rodeados de psicópatas, a veces megalómenos, deseosos de ocupar puestos de poder para poder desplegar sus manías de grandeza.

Es importante estar atentos y no intimar con nadie sin conocerlo bien, porque no suelen estar en los manicomios sino entre nosotros.