El Psicoanalista y su paciente




Una sesión psicoanalítica comienza con el relato del paciente, que no siempre incluye el problema esencial.

A partir del contenido manifiesto del relato, el terapeuta trata de extraer el tema principal típico y universal, que desde épocas ancestrales la humanidad repite en forma similar.

El analista descubre así el drama personal, el núcleo significativo que le da sentido y coherencia al relato, compuesto por un conjunto de temas que son universales.

Los dramas de los pacientes no son tan diferentes de los que le están pasando, le han pasado o le pasarán al terapeuta, que es también un ser humano; pero lo que hay que descubrir es el modo singular que tiene el paciente de vivir la temática universal que detectamos, porque en eso radica la diferencia individual.

Freud denominó complejo nodular de las neurosis la problemática edípica, que comprende el drama de los celos, la rivalidad, el amor prohibido, el privilegio y la injusticia; y el tema de los celos puede dar lugar a varios subtemas como el del hijo preferido, el tenorio o la princesa que son los distintos matices que ocultan los celos.

Los temas que se identifican se refieren a vínculos personales que se muestran actuando en el escenario de la vida como en un teatro, recreando dramas universales.

La temática que reconocemos, por ser universal incluye también al terapeuta como protagonista de algunos roles de ese drama, lo que le permite comprender los afectos involucrados y gracias a ese vínculo se actualizan las formas universales, transfiriendo al presente una situación pasada.

Esta situación transferencial creada por el psicoanálisis es analizada e interpretada por el terapeuta como una herramienta del proceso terapéutico.

La infancia tiene una importancia fundamental porque en esa etapa es cuando se establecen los vínculos más precoces que luego se reiteran y constituyen la forma de relacionarse.

La contratransferencia, o sea los sentimientos que el paciente genera en el analista, que se relacionan con su propia historia personal, también es utilizada como una herramienta terapéutica, porque el analista se identifica con los personajes significativos del relato y puede comprender las situaciones vitales del analizado, penetrar en la trama del relato y lograr cambiar el significado de la historia que contamina la vida actual del paciente.

Cuando el analista y el analizado padecen juntos sus propios dramas personales, el proceso tiene mayores posibilidades operativas, o sea cuando el punto de urgencia del paciente coincide con el del analista, que comprende al recordar lo que él mismo sintió viviendo la misma circunstancia.

El psicoanálisis es ante todo el análisis de un vínculo, por lo tanto siempre se realiza utilizando los puntos de urgencia de paciente y analista.

Descubrir la temática del paciente, ese argumento es el resultado de una coincidencia de conflictos vitales que necesitan ser resueltos tanto por el paciente como por el analista, representando para este último una oportunidad de crecimiento y cambio tanto personal como profesional.

Fuente: “¿Por qué enfermamos?”, Luis Chiozza.