Principios de la medicina tradicional china




Los principios que rigen la medicina tradicional china forman parte de su cultura y se expresa con el término qi, que se percibe por su efecto y que se puede traducir como “energía”.

El qi es expresión y movimiento y su presencia o ausencia definen un estado de salud.

Para la cultura china el hombre es una réplica del universo, un microcosmos sometido a las dos fuerzas esenciales, antagónicas y complementarios que existen que son el yin y el yang, la base de todo y condición funcional de la energía cósmica llamada qi.

El polo yin es negativo y su característica es la sombra y el yang es positivo y su característica es la claridad. Ambas formas circulan por el organismo en forma rítmica y ordenada si la proporción de ambas es igual; lo que significa armonía, equilibrio, salud mental, emocional y espiritual.

Si esta proporción no es armónica y algunos de los dos polos predomina, se produce un bloqueo energético o desequilibrio que produce una enfermedad.

Para la medicina china existen dos factores que causan enfermedad:
Los factores externos, como las variaciones climáticas y las estaciones y los factores internos, como los alimentos y las emociones.

Los chinos le dan mucha importancia a los factores emocionales porque son los responsables de causar serios desequilibrios orgánicos.

La ira afecta al hígado y a la vesícula biliar;
la alegría desbordada, al corazón y al intestino delgado;
la preocupación, al bazo y al estómago;
a tristeza, al pulmón y al intestino grueso;
el miedo al riñón y a la vejiga.

La ira produce sensación de plenitud, dolores en el pecho, ojos enrojecidos, dolor de cabeza.

La alegría excesiva puede provocar estados de anemia, debilidad, palpitaciones y hasta confusión mental.

La preocupación o ansiedad, produce plenitud gástrica, distensión abdominal, anorexia y diarrea.

La tristeza, dolores de pecho, dificultad para respirar y estornudos.

El miedo, lumbago, ciática, sordera, incontinencia, espermatorrea y eyaculación precoz.

El pánico, daña todas las funciones de todos los órganos.

Los dos órganos más sensibles a las emociones son el corazón y el hígado.

Fuente: “De cirujano del cuerpo a cirujano del alma”; Dr. Eugenio Zampini