El Viaje Astral




¿Puede ser que tengamos un cuerpo sutil capaz de salirse del cuerpo físico  y tener experiencias fuera de él?  ¿Qué es el cuerpo etéreo? ¿Y el cordón de plata?

¿Cómo es posible que las personas que tuvieron experiencias cercanas a la muerte hayan visto y experimentado lo mismo?  Verse desde arriba, estando acostado en la cama y de pronto volverse a zambullir en él y recuperar el cuerpo.

No todos saben que esta experiencia también se puede lograr en forma voluntaria.

El viaje astral es algo que muchas civilizaciones antiguas ya conocían, incluso algunos textos hindúes, egipcios y griegos los mencionan.

Dicen estos escritos, que el cuerpo astral es una réplica exacta del cuerpo físico pero de una sustancia mucho menos densa, más liviana, transparente, como una energía luminosa, cuyo objetivo es acompañar al alma después de la muerte.

Sin embargo, las experiencias de los monjes budistas, e incluso el extraño poder de un prisionero de la cárcel de San Quintín, que lograba liberarse del encierro a voluntad, estando presente en dos lados diferentes al mismo tiempo, demostraron que es posible hacer un viaje astral, trasladarse sin el cuerpo físico, sin necesidad de estar muerto.

Al experimentar un viaje astral, algunas personas habitualmente creen que han muerto, tal vez porque en algunos casos el cuerpo astral que se desprende del cuerpo físico siente que se eleva hacia el cielo y que se encuentra con un ser superior que suele identificar con el Ser supremo en el que la persona cree.

Pero también el cuerpo astral nos puede llevar a otros lugares físicos y a mundos distintos a través de canales astrales que atraen los cuerpos sutiles hacia otros planos de la existencia.

Las experiencias cercanas a la muerte vividas por personas que atravesaron la muerte clínica, como también los testimonios de quienes tienen el poder de la bilocación voluntaria, de chamanes, místicos y parapsicólogos, han permitido conocer algunas de las características de los canales astrales.

Algunos son rectos y a través de ellos se logra una rápida ascensión al cielo, pero los hay sinuosos, como oscuros laberintos  que conducen a dimensiones descendentes, vinculados con fuerzas negativas y con visiones de imágenes lúgubres y sombrías.

La luz que aparece en el canal ascendente atrae a las personas con una fuerza irresistible, y al final del túnel se encuentran con un cielo azul resplandeciente con la sensación sobrecogedora de paz, felicidad y armonía perfecta.

No siempre en esa dimensión uno está solo, a veces acompañan al viajero  seres celestiales, quienes, no le impiden continuar avanzando hacia una fuente de luz que parece no tener punto de origen pero que provoca la necesidad de alcanzar su umbral.

Antes de llegar al umbral, según la mayoría de los testimonios, aparece la figura imponente del guardián azul que los detiene y obviamente les impide entrar, ya que se trata de testimonios de personas que volvieron todas de la muerte, y que les informa que aún no ha llegado su hora.

Sin embargo existen místicos conocidos que lograron atravesar esa barrera y describir los dos planos sin necesidad de apelar a interpretaciones religiosas, personas que en vida tenían la capacidad de desdoblarse y viajar fuera del cuerpo.

Los canales son muchos pero no son infinitos, algunos pueden llevar al pasado, otros al futuro, lo que les permite profetizar.

Desde que algunos hombres supieron que podían abandonar su cuerpo y ser capaces de liberar su cuerpo sutil, utilizaron este poder con distintos fines, filantrópicos, proféticos, terapéuticos o simplemente por curiosidad.

Sor María de Ágreda se desdoblaba en Segovia para evangelizar a los indios de México; la asceta británica Teresa Higginson también lo hacía para evangelizar a los indígenas del centro de África, sin moverse nunca de Inglaterra.

Los yoguis y swamis viajan con fines curativos a cualquier parte del mundo.  Por ejemplo, Sai Baba, hoy fallecido, en vida tenía ese poder. 

En Argentina, conozco a una persona que experimentó la presencia de Sai Baba en cuerpo entero, frente a él en plena calle,  un hombre retirado de las fuerzas armadas, esposo de una amiga mía,  que estaba aquejado de una grave enfermedad.

Este señor, había tenido la oportunidad de conocerlo en un viaje que había realizado a la India,  para acompañar a su mujer.

Aunque él no era devoto de Sai Baba, al verlo en su presencia en plena calle, le escuchó decir que lo iba a ayudar y al poco tiempo,  los estudios médicos que le realizaron mostraron que no había señales de ninguna enfermedad.

Hoy en día, en los Yoga Sutras de Patanjali, ya se acepta que la facultad de abandonar el cuerpo está al alcance de cualquier Maestro de Sabiduría.

En la década del setenta los investigadores, Karlis Osis y Erlendur Haraldsson, realizaron en la India una investigación sobre las supuestas bilocaciones de los líderes religiosos como Sai Baba y el místico Dadaji y reunieron valiosos testimonios de quienes fueron testigos de sus prodigios.

Fuente:”El Viaje Astral”; Edgard de Vasconcelos.