La belleza no tiene edad




La mujer francesa parece tener la fórmula para envejecer mejor.  El secreto es no perder nunca su propio estilo personal, que es lo que la distingue; porque preservar la identidad, ser ellas mismas,  está antes que nada, en lugar de intentar parecerse a otras para lucir modernas y no perder la onda.

Las francesas no abusan de las cirugías, y si bien pueden llegar a hacerse algún retoque siempre es con la condición de lucir natural y que no se note.

Disfrutan del arreglo personal, eso sí;  y se gratifican con el cuidado de la piel, del pelo y del cuerpo en los spa de moda.

Lo importante para ellas es estar bien a cualquier edad intentando mantener un aire juvenil y fresco hasta en los más mínimos detalles; porque para la mujer francesa el envejecimiento es una cuestión mental y el cuidado del cuerpo es más un ritual gratificante que una necesidad estética.

Sin embargo, un estudio de mercado realizado por una empresa especializada, mostró que más del treinta por ciento de las mujeres jóvenes en Francia, que tienen entre quince y diecinueve años, ya usan cremas anti arrugas contra el envejecimiento.

Es que parece ser que las mujeres francesas recurren a los tratamientos faciales, los masajes y a las cremas anti arrugas, contra la celulitis, la panza y los pechos caídos desde muy jóvenes.

La talasoterapia, por ejemplo, es una técnica de origen francés que consiste en baños de chorros de agua de mar, baños de barro, envolturas con algas marinas e inhalaciones de bruma marina; procedimientos que parecen mejorar la circulación de la sangre, fortalecer los músculos y disminuir el insomnio.

Las francesas consideran que la prioridad número uno en lo que se refiere al cuidado del cuerpo es mantener el peso justo, comiendo de todo pero poco y no tomando alcohol.

Hacer ejercicio en un gimnasio no es algo que eligen habitualmente, porque les parece una tortura, prefieren caminar a veces o mejor recurrir a otros métodos más placenteros para endurecer los músculos, aprovechando los avances tecnológicos.

En Francia, la salud pública cubre gran parte del costo de estos tratamientos, cuando hay motivos reales, porque también suelen ser útiles para paliar los dolores que producen algunas patologías. En otros casos, algunas mujeres se las ingenian para conseguir las órdenes de los médicos de otro modo.

Las francesas gastan poco en maquillaje, porque la idea es mantenerse lo más natural posible: algo de brillo en los labios, tal vez un poco de rubor en las mejillas; quizás alguna sombra en los párpados y un poco de delineador,  pueden hacer maravillas.

Pero sí,  gastan mucho en cremas para la piel: de día y de noche, humectantes, de limpieza y tonificantes y es frecuente que consulten a un dermatólogo para su cuidado.

Y si alguna se atreve a someterse a una cirugía plástica, exige que el resultado mantenga su encanto natural, porque no quiere parecerse a nadie más que a sí misma y mostrar un envejecimiento elegante que no se note.

En cambio, a las mujeres norteamericanas, por alguna razón, les gusta que los resultados de su inversión en cirugía plástica sean bien visibles.

Pero para la mayoría de las mujeres del planeta, mantenerse joven de espíritu, no perder el entusiasmo, sentirse activas y motivadas siempre, sin perder nunca el afecto de familiares o amigos ni el interés por el mundo en que viven; es lo que hace que no envejezcan demasiado aún teniendo una edad avanzada.

La belleza trasciende la edad y en gran parte viene de adentro, porque es el rostro el que refleja la serenidad interior, el nivel de autoestima,  la seguridad, la confianza en uno mismo.

Fuente: LNR; 8/2010; “Belleza sin edad”; Ann Morrison/NYT.