La Pareja y el Compromiso




El propósito esencial de cualquier ceremonia para celebrar un matrimonio es que los contrayentes realicen votos de convivencia frente a una autoridad legal o religiosa, familiares, amigos y conocidos, el compromiso moral que significa contraer nupcias; el deber de permanecer juntos tanto en la felicidad como en la adversidad, en la salud como en la enfermedad, en la pobreza como en la riqueza.

Estos votos que ambos integrantes de la pareja hacen frente al altar, después de algunos años de convivencia pueden olvidarse con bastante facilidad y no son pocos los que abandonan a su compañera o compañero porque está enferma o enfermo, o porque de pronto tienen problemas económicos que enfrentar, o hijos que les molestan, o por otras razones de distinta índole relacionadas con la disminución de las capacidades o cualidades del cónyuge.

Si esto pasaba y aún sigue sucediendo con quienes se aventuran a casarse, qué se puede esperar de parejas que no se han casado y que sólo están unidos por una relación sin ningún compromiso legal o religioso.

Sin embargo,toda relación genera un compromiso, inclusive la ley protege a los concubinos que no tienen ningún papel para atestiguar el vínculo, pero lo que tendría que ser tácito, sería el compromiso afectivo, aunque ya no exista más amor en esa pareja y se haya cambiado por otra.

Una pareja es un ser humano que puede quedar a la deriva, sin posibilidades de defenderse o de sobrevivir, aunque trabaje, porque puede que lo que gane no le alcance para mantener el hogar ni a sus hijos.

Si se trata de alguien que sufre alguna enfermedad física o mental, con mayor razón la responsabilidad es más grande, porque esa persona necesita más que nunca que la protejan, el tratamiento médico adecuado y la contención afectiva que requiere su curación.

La persona que abandona a una pareja con quien alguna vez fue feliz tal vez durante muchos años, porque ya no les sirve y ha dejado de ser fuente de satisfacción, para convertirse en alguien que exige esfuerzos, compañía, dedicación y atención, a veces por mucho tiempo, cree que podrá ser feliz si abandona ese escenario y lo cambia por otro.

No existe satisfacción más grande que la paz interior, sin embargo, muchos prefieren lidiar con la culpa y no hacerse cargo de sus responsabilidades, creyendo que el hecho de sentirse culpables no les impedirá ser felices en otro ámbito.

Sin embargo, la culpa, en gran parte, es la responsable de la depresión, que es una enfermedad mental grave.

Sentirse culpable por no haber hecho lo que se tenía que hacer en tiempo y forma, no permite vivir en paz, anula toda satisfacción y baja la autoestima.

Todo lo que no hacemos cuando nos corresponde, lo tendremos que hacer o padecer de alguna forma más adelante, multiplicado varias veces. Porque en la naturaleza existe la ley de causa y efecto y todo lo que se siembra se cosecha.

El que no cree en esta premisa básica, que observe a su alrededor lo que le pasa a la gente que en su vida no ha sido responsable.

No se trata de un designio de Dios, ni de un castigo divino, se trata de nuestra propia conciencia, que es la que sabe todo, que no olvida y que es la encargada de restablecer el equilibrio.