El Cerebro Femenino y Masculino


Ciertas zonas y actividades del cerebro se encuentran estructuradas en forma distinta en el hombre con respecto a las de la mujer, las cuales han ido evolucionando con el tiempo.

Por ejemplo, la región cerebral que nos alerta del peligro y nos permite recordarlo, son la fuente de las diferencias sexuales e individuales en la memoria emocional.

También existen grandes diferencias entre los sexos con respecto a los mecanismos sociales y las zonas cerebrales implicadas.

La sociabilidad de las mujeres es más afiliativa mientras la del hombre es más competitiva y combativa.

La testosterona permite al hombre una visualización , un movimiento y un reflejo más rápido y un comportamiento más audaz que a la mujer.

Sin embargo estas predisposiciones existentes pueden ser atenuadas y hasta anularse, tanto en el hombre como en la mujer, según las exigencias del ambiente, o sea que la educación, la experiencia y el entorno pueden ejercer una influencia en la conducta y en la biología en forma duradera, mediante los cambios epigenéticos que se producen en el ADN; ya que está comprobado que las circunstancias cambiantes modifican la organización cerebral.

Niveles altos de testosterona están relacionados con el comportamiento de dominio y con la búsqueda de status social y que estos niveles aumentan cuando vencen en la lucha por el dominio.

Weisfeld y Fischer, comprobaron una correlación entre la sobreprotección de los padres en la adolescencia y el nivel alto de conflicto de roles de género en hombres adultos.

Steinberg pudo observar que la presencia de compañeros aumenta al doble el número de riesgos que asumen los adolescentes.

Steinberg y Teicher comprobaron que la zona cerebral que participa en postergar los impulsos y la gratificación no está suficientemente desarrollada en los adolescentes y madura más tarde en los varones que en las mujeres.

Todos los estudios coincidieron en la gran diferencia existente entre los sexos sobre la importancia y frecuencia de la masturbación, que es mucho mayor en los varones.

Weisfeld, Olsson y Havlicek destacan que el olfato y la vista son sentidos complementarios en la atracción de pareja, para el logro del mejor nivel de variabilidad genética.

Roney pudo observar que la testosterona del varón sube simplemente al hablar con una mujer.

Hill, afirma que existe una mayor cautela hacia la conducta sexual en la mujer que en el hombre, quien necesita invertir menos emoción antes de tener sexo.

Kontula, en Finlandia, advirtió que los hombres declaraban menos compromiso emocional cuando eran infieles, mientras las mujeres, en la misma situación se conectaban tanto emocionalmente como sexualmente.

Gobrogge indica, que una relación de pareja apasionada modifica biológicamente el cerebro masculino para siempre y puede inducirlo a rechazar otras mujeres.

De acuerdo a los resultados de todas estas investigaciones es evidente que la estructura cerebral influye en la conducta sexual tanto del varón como de la mujer y que a la vez, su forma de comportarse modifica la estructura de su cerebro.

Todo está en los genes, en la educación, en la experiencia y en el entorno; y por esta razón no se le pueden pedir peras al olmo.

Fuente: “El cerebro masculino”; Louann Brizendine.