El Hijo preferido




Las encuestas dicen que el 95% de los que son padres tienen un hijo preferido y a juzgar por la cantidad de gente que engrosa las filas de los que necesitan psicoterapia, se afianza la idea de que el otro cinco por ciento, miente.

Es tan abrumador ser el favorito como ser el menos favorecido, por eso, lo mejor,  es que no hubiera diferencias; pero eso sólo podría ser posible si las personas fueran todas iguales y esto no es así; cada persona es única y establece un vínculo con sus padres distinto.

¿Cómo una persona, por más bien intencionada que sea puede responder de la misma manera frente a un estímulo diferente?

Cada hijo tiene un temperamento innato y un carácter adquirido y esas dos características contribuyen a la formación de su personalidad.  De esta manera, dos hermanos pueden ser tan distintos como el agua y el aceite.

Los padres quieren a todos sus hijos por igual, pero se relacionan con ellos según su personalidad y la afinidad que tengan con cada uno.

Aunque sea difícil aceptar esa diferencia, es inevitable, porque es la forma que tiene cada hijo de desplegar su propia singularidad.

El hecho de que sean distintos hace que sea imposible compararlos, porque cada uno tendrá aptitudes, habilidades, capacidades, maneras de ser y rasgos físicos propios,  que es normal que los tengan pero que a veces puedan agradar o no a los padres. 

Comparar a los hijos es no poder renunciar a la idea de que lo que piensan los padres es mejor de lo que desean ellos; y esa falta de reconocimiento de la individualidad, puede privar a un hijo de autoestima cuando no puede cumplir con esas expectativas.  Pero si los padres pueden respetar la originalidad de cada uno de sus hijos,  significa que son capaces de aceptarlos como son, sin intentar que sean como ellos.

Los hijos también ven en forma diferente a sus padres, porque cada hermano vive las mismas experiencias pero de distinta forma, haciendo que concepto que tienen de ellos no sea el mismo.

Haber sido deseado por la madre augura un mejor destino al hijo.  Sin embargo, una madre nunca es perfecta, porque también ha tenido una familia,  ha sido hija alguna vez y ha tenido sus propias experiencias y puede ver reflejadas en sus hijos las actitudes o conductas que le recuerdan a las personas significativas de su infancia y reaccionar a ellas como lo hacía cuando era una niña.

Una madre puede preferir ciertos rasgos de un hijo y otros de otro y saber apreciar las distintas cualidades que manifiesta cada uno sin exagerar con ninguno.

Las madres reales también se cansan y a veces pueden desear estar en otro lado y no con los hijos, y eso no quiere decir que no los quieran sino que merecen un descanso, tener un trabajo o hacer lo que le gusta, para tomar la distancia que necesitan, porque para poder estar bien con ellos, primero tienen que estar bien con ellas mismas.

Una mujer frustrada en su propio desarrollo rechazará a sus hijos, pero los sobreprotegerá porque ese rechazo que siente,  le produce culpa.

Los hijos favoritos tienen la pesada carga de la retribución que les deben a sus padres por esa diferencia, deuda que a veces no se paga nunca porque jamás se satisface y es impagable, por esta razón,  suelen ser los preferidos, los más desagradecidos.

El primer hijo es el que colma todas las expectativas, posición que es  imposible repetir, por eso el segundo no puede nunca aventajarlo como quisiera; y si no se cultiva su autoestima,  puede llegar a ser siempre segundo en su vida.

La rivalidad entre hermanos es conocida, o sea que es más común que sean rivales que tengan una relación armoniosa y se ayuden mutuamente.  A veces superar esta situación depende de la voluntad y la buena disposición de alguno de ellos que prefiere fraternizar que mantener la discordia; pero otras veces esa situación no cambia nunca.

Los niños también pueden ser preferidos por otros familiares, como tíos, primos o abuelos y esta preferencia también puede tener significado en sus vidas.

Cada niño es un mundo y tiene un enorme potencial; y del trato y del amor  que reciba de sus padres, dependerá en gran parte su futuro.