Disfunción Sexual

En algún momento de la vida, una tercera parte de los hombres y de las mujeres, pueden sufrir trastornos de la función sexual y dejar de sentir placer. Una terapia adecuada puede solucionar este problema, sin embargo solamente un diez por ciento de esas personas están dispuestas a requerir ayuda terapéutica.

Las dificultades sexuales suelen comenzar con problemas de relación y de comunicación en la pareja; cuando ambos o uno de ellos no cumple con sus expectativas, o cuando abundan las discusiones o sufren estrés.

Aunque en las relaciones sexuales hoy en día se puede decir que está todo permitido siempre que no produzca daño a nadie, esto no impide que existan problemas para que el acto sexual sea satisfactorio.

Esta falta de deseo sexual solamente se considera una alteración cuando produce sufrimiento en la persona que la padece o afecta su calidad de vida, principalmente si se trata de individuos mayores de sesenta años; a diferencia de las mujeres cuya inapetencia sexual depende menos del envejecimiento.

En los varones, los trastornos de erección ocupan el primer lugar en los trastornos sexuales y en las mujeres el trastorno más común en la actualidad es la falta de deseo sexual.

Hace unos cuarenta años, el principal problema sexual en la mujer era la escasa excitación y la falta de orgasmo, veinte años después esta dificultad fue disminuyendo debido principalmente a la mayor educación sexual. Sin embargo, aunque la mujer actualmente puede tener relaciones sexuales más satisfactorias, las estadísticas señalan que son más las que consultan por falta de deseo sexual que por falta de orgasmos.

Una investigación realizada en Canadá, en la Universidad Brock en St. Catharines, que se publicó en 2004, mostró que un porcentaje de la población adulta era asexual.

Esta condición no representa una alteración sexual sino que es la característica de la persona que nunca se ha sentido atraída sexualmente por nadie pero que tampoco le preocupa.

Dentro de este grupo de personas asexuales predominan más las mujeres que los varones y también se manifiesta en personas muy religiosas.

Según un estudio realizado en el Instituto Kinsey de Bloomington en Estados Unidos, quienes se identifican como asexuales rechazan las relaciones sexuales pero no la autosatisfacción sexual.

Los adelantos científicos han producido un gran cambio en el tratamiento de la disfunción sexual, centrándolos en la administración de inhibidores de la fosfodiesterasa, como el Sidenafil, conocido como Viagra y minimizando la importancia que pueden tener en estos casos, los factores psíquicos.

Sin embargo la terapia sexual, ineludiblemente seguirá ligada siempre al ámbito psicológico ya que los medicamentos, aunque cumplen una función importante al modificar la irrigación sanguínea en los genitales, no intervienen en los bloqueos mentales.

Fuente: “Mente y Cerebro”;No.43/2010; “Disfunción sexual”; Peer Briken, Wolfgang Berner y Andreas-Hill.