El Aborto


El aborto ha sido, es y será siempre un tema polémico porque depende de la forma de pensar que tenga cada uno.

Si una persona cree que esta vida es lo único y que la conciencia de sus actos no existe, probablemente, en una situación límite decida abortar por distintos motivos; pero mi experiencia como psicóloga me ha permitido comprobar, que muchas veces, detrás de una depresión en la edad madura de una mujer, se esconde la culpa de uno o más abortos, tema que permanece negado y que recién puede abordar en la terapia después de bastante tiempo.

Esta realidad nos revela que un aborto es mucho más que un acto que puede estar justificado o no, que es una acción que queda registrada en la mente para siempre, independientemente de la forma de pensar que tenga cada uno.

A esta altura de la civilización, hablar de aborto es retroceder en el tiempo, ya que existen métodos anticonceptivos de todas clases que evitan el embarazo. De modo que llegar a esa instancia puede ser un acto de ignorancia, de violencia masculina o de falta de responsabilidad.

Lamentablemente el desarrollo humano en el mundo no es homogéneo. Todavía existen muchos grupos humanos viviendo hacinados, mal alimentados y con pocas posibilidades de recibir educación; y que por todo eso están expuestos a estas situaciones de riesgo.

Sin embargo, también en otros sectores sociales las violaciones aún siguen ocupando páginas en los diarios, mostrando una realidad difícil de aceptar, o sea que no siempre depende del nivel económico o de la educación, para que alguien cometa este tipo de delito contra la intimidad de una persona, sino de su estado mental y de sus valores.

El abuso hacia alguien que está en inferioridad de condiciones físicas sólo se registra en la especie homo sapiens; porque existe en todas las especies, inclusive en el hombre, un mecanismo de inhibición cerebral de la agresividad hacia seres indefensos que parece fallar en algunos hombres, probablemente debido a problemas mentales, o a los efectos del alcohol y de las drogas.

Los animales machos buscan a la hembra en celo para aparearse, pero si no es aceptado por la hembra se aleja.

A través de la historia, los hombres se han aprovechado de la debilidad de otros para apoderarse de sus territorios y de sus pertenencias y en forma sistemática han sometido, denigrado y violado a las mujeres, no permitiéndoles el acceso a puestos de poder y confinándolas a un solo rol en la sociedad.

Un acto de violación en la actualidad es el intento inconsciente de volver a esa etapa, en que la fuerza bruta prevalecía sobre el instinto natural y la inteligencia.

Las mujeres violadas desean ejercer su derecho a la libertad en lo que se refiere a su cuerpo y lograr desembarazarse de las consecuencias de un abuso sexual y ese punto de vista es válido. Sin embargo, no hay que olvidar, que la libertad de una persona termina cuando comienza el derecho de otro, en este caso, el hijo por nacer.

El hijo nacido como resultado de una violación, si no es deseado, puede ser dado en adopción.

No se trata de tomar partido a favor o en contra del aborto, se trata de aprender a ser responsables de nuestros actos.